– ¿Qué?: Matt King es un abogado que vive en Hawai, cuya mujer queda en coma tras un accidente de barco. Matt tendrá que enfrentarse a la situación y reconstruir su familia, bastante descompuesta, tratando de establecer una buena relación con sus hijas, Alexandra y Scottie. Una revelación inesperada hará que se replantee su vida, sus prioridades y sus objetivos…
– ¿Cuándo?: Ayer por la tarde
– ¿Dónde?: En las oficinas de 20th Century Fox España, en un pase privado que ofrecieron en Twitter para bloggers.
– ¿Por qué?: Es la nueva película de Alexander Payne, además de que también es una de las grandes películas de la temporada de premios, recientemente ganadora de dos Globos de Oro, y la principal rival de “The Artist” de cara a los Oscar.
– Merece la pena porque… George Clooney realiza, a mi parecer, el mejor papel de su carrera. Él ES “Los descendientes”, algo que la película, desde su mismo póster promocional, no intenta ocultar, pero no se trata para nada de un mero vehículo de lucimiento. Basada en la primera novela de la escritora hawaiana Kaui Hart Hemmings (quien hace un cameo en la película), el director y guionista Alexander Payne vuelve al cine 7 años después de su éxito con “Entre copas” (Sideways, 2004), por primera vez sin su inseparable JimTaylor (que en esta película pasa del guión a la producción). El director vuelve a mirar a la sociedad desde un punto de vista desidealizador (que no desencantado… o tal vez sí), con ese primer vistazo que echa y que nos muestra sobre el supuesto “paraíso” que es Hawai, mostrado en toda su belleza por la fotografía de Phedon Papamichael, pero también en toda su falsedad y desolación por Payne. Podríamos decir que Alexander Payne es el padre y el principal modelo a seguir de las películas indies modernas, estableciendo un patrón que ha ido derivando con los años en un subgénero de comedia dramática con familias disfuncionales como tema estrella. En “Los descendientes”, Payne parece haber asumido esta misma evolución (y algo de degeneración) del modelo que él mismo instauró, y se acomoda con una historia que tiene muy poco de original. El director sabe contar historias, y llevarlas a buen puerto, alejándose (casi siempre), de los tópicos. En este caso, lo consigue gracias a personajes y situaciones muy realistas, sin salidas de tono innecesarias ni excesivo dramatismo; de hecho, es muy típica de Payne esa manera tan sutil que tiene de ir pasando del drama a la comedia (comedia de sonrisas amables, no de carcajadas), sin que apenas nos demos cuenta. Pero aún así, la historia es muy manida, muchas veces vista, y por tanto, se vuelve bastante previsible. Se reflexiona sobre el amor, la soledad, la reconciliación, el perdón o el futuro, de manera eficaz, pero sin aportar algo realmente original. Tampoco el estilo de Payne como director parece haber evolucionado, que no digo que hiciera falta. Destacan sobre todo los increíblemente expresivos primeros planos que saca del protagonista.
Casi lo fundamental de esta (y de todas las películas de Payne) es la magistral manera de dirigir a sus actores y convertirlos en personajes, los cuales, cómo he comentado antes, están muy bien tratados. En este caso, le regala a George Clooney una joya, que el actor aprovecha al máximo. Ocurre con pocos actores (me viene a la cabeza la también extraordinaria interpretación de Joseph Gordon-Levitt en “50/50” -2011-) que, aparentemente haciendo muy poco, se dan un vuelco a ellos mismos y se transforman en otro, y no gracias a maquillaje, o a engordar o adelgazar, no, sino a través de un profundo conocimiento del personaje al que están encarnando. La interpretación de Clooney es, como siempre, muy contenida, basada en gestos y miradas, que transmite una sensibilidad especial que pocas veces he visto en el actor, profesional ante todo, pero algo frío en ocasiones. Incluso podemos verle (por fin!) soltar alguna lágrima. Muy merecido ganador del Globo de Oro, y de todos los reconocimientos que está recibiendo. Junto a él, se encuentran sus descendientes, una no menos estupenda y también muy laureada Shailene Woodley como la hija mayor, el más fuerte pilar en el que se apoya su padre, Amara Miller, la hija pequeña, que refleja a la perfección el caos por el que puede pasar un niño a la edad de 10 años, pero sin llegar a ser rematadamente insoportable, como ocurre muchas veces, y Nick Krause, su pseudo-yerno, que es uno de los personajes que, irónicamente, más le hacen abrir los ojos al protagonista. Entre los secundarios más destacados también podemos encontrar a Beau Bridges, Robert Forster, Matthew Lillard o Judy Greer.
– El momento: [puede considerarse spoiler o no, ya que lo que voy a comentar es algo que se sabe muy pronto en la película, pero que no suele estar contado en las sinopsis… a vuestra elección lo dejo]. La escena en la que Matt (George Clooney) es informado de que su mujer no se va recuperar. La expresión del rostro de Clooney en ese momento es un perfecto reflejo de lo que va a ser su interpretación durante toda la película. En escenas como estas, uno se aísla de lo que están diciendo los demás personajes, porque lo que importa es la manera en que Clooney expresa los sentimientos del personaje, algo que nos transmite más que cualquier palabra.
– La frase: “Paradise? Paradise can go fuck itself”
– Conclusión: “Los descendientes” es la película indie del año; todos los años tiene que haber una, y esta es la de 2011. Seré muy insensible, pero tampoco le veo mayor trascendencia. Se ve muy bien, por supuesto, pero, sin llegar a dejarme fría del todo, tampoco me emocionó en exceso. Tal vez porque mientras la veía, no pude evitar tener la sensación de que era algo que ya había visto muchas veces antes, que no estaba viendo nada nuevo. Pero merece la pena, claro está, aunque sólo sea por George Clooney, y también por la universalidad del mensaje que transmite: en el fondo da lo mismo dónde estemos ubicados, los problemas son los mismos aquí y allí, cualquiera puede ver sus propios problemas reflejados en los de otros, aunque vivan a miles de kilómetros. Y esa es la principal baza con la que cuenta la película para que conectemos con ella.