– ¿Qué?: Andrew es un chico con problemas en casa, y marginado en el instituto; su primo Matt prefiere leer filosofía y aprender por su cuenta que ir a clase. Steve es el chico más popular del instituto. Estos tres jóvenes, muy diferentes entre ellos, descubren un agujero dentro del cual sufren una especie de radiación, que les otorga poderes. Al principio parece tratarse sólo de telequinesia, pero poco a poco se van haciendo más fuertes y descubriendo nuevas habilidades. Pero lo que al principio puede parecer divertido, al final resulta ser más peligroso de lo que imaginaban…
– ¿Cuándo?: El lunes por la tarde
– ¿Dónde?: en el preestreno que organizó Twenty Century Fox (con presencia del director Josh Trank) en el Cine Palafox.
– ¿Por qué?: No sabía nada de la película hasta que me invitaron al preestreno. Después de eso vi el tráiler y me llamó la atención, así que me dieron ganas de ir a ver qué se nos presentaba.
– Merece la pena porque… es una vuelta de tuerca al género de superhéroes tal y como lo conocemos. Hace mucho que una película realizada exclusivamente sólo con cámara en mano como un falso documental dejó de ser una novedad, pero su uso en géneros poco dados en principio al mismo, como la ciencia ficción (como ya pasaba en “Monstruoso” –Cloverfield, 2008-), es bastante estimulante. El joven director Josh Trank (de quien se anda diciendo que es “el nuevo Tarantino”), lleva a cabo su debut cinematográfico sin ocultar en absoluto, más bien mostrándolo orgulloso, su carácter “friki”, aunando en él todas la influencias que ha recibido a lo largo de los años, muy especialmente de videojuegos como “Earthbound” o “Final Fantasy”, los cómics de “Batman”, y películas como “Carrie” (1976), “La furia” (The fury, 1978), “Akira” (1998), “Rec” (2007), o incluso del cine de David Cronenberg. Pero por supuesto es también una película muy personal, que nace de la experiencia real de Trank de haber crecido él mismo grabándolo todo, de modo que siempre concibió la película de manera subjetiva, en primera persona. Le interesaba la sensación “amateur” y de mareo que crea este tipo de películas. Aparecen así unos puntos de vista y unas imágenes poco comunes (sobre todo en esta película, donde el protagonista mueve la cámara con la mente), pero es indudable que, por muchas novedades que se intenten introducir y por mucho que se experimente, se trata de un (sub)género limitado. Muchas veces, los motivos que tienen para grabar los protagonistas son muy poco lógicos, simplemente siguen grabando porque si no, no habría película, pero no porque la historia así lo requiera. Es cierto que Trank intenta evitar esto a menudo: un par de veces, en los momentos más críticos, y en los que ya continuar grabando sería un completo sinsentido, el director “rompe” o corta la película, emulando lo que ya habían hecho grandes maestros como Bergman o David Fincher (sin ánimo de comparar), para luego volver a la historia en un punto completamente distinto al que se encontraba. Pero aún así, sigue habiendo momentos muy forzados. Incluso da la impresión de que hay personajes que sólo existen porque dan la posibilidad de que haya otra cámara, no porque aporten nada a la historia (como es el caso de la novia de Matt). La música, como es habitual (y lógico) es siempre diegética, y los efectos visuales no siempre están conseguidos de igual manera (el momento de los legos, o algunos de las partes en las que vuelan, quedan bastante falsos y artificiales), pero hay algunos bastante espectaculares, como el final.
Con historia del propio Josh Trank y guión escrito en dos semanas por su amigo Max Landis (hijo del director John Landis), la película es más un drama en el cual lo que más interesa es el proceso y crecimiento emocional de los personajes, algo que ambos tomaron de las novelas de Stephen King. En ningún momento se plantean explicar el origen de la “sustancia” que transforma a los jóvenes. Da la impresión de que el tema de los superpoderes no es más que una excusa para analizar el comportamiento humano en situaciones extremas y anormales. Los personajes resultan además cercanos y normales (aunque no especialmente empáticos) gracias a un guión que no trata de imitar la manera en la que se expresan los adolescente, sino que lo plasma, ya que ambos autores son jóvenes y saben perfectamente identificarse con ellos (una sensación muy parecida a la que tuve cuando en su día vi “Barrio” -1998- por primera vez). A ello contribuye también la gran actuación de los intérpretes, especialmente de Dane DeHaan, cuya expresión llega a dar mucho miedo en ocasiones, pero también Alex Russell y Michael B. Jordan. Los tres están muy naturales, como si realmente se encontraran en un auténtico documental, tanto que a veces (especialmente al principio) te da la sensación de que no están actuando. Trank y Landis no limitaron ni mitigaron lo que se quería contar, por lo que el guión era mucho más fuerte de lo que acabó siendo la película, ya que la productora les obligó a suavizarlo un poco (la película debía ser para recomendada para mayores de 13 años, no de 18, algo un poco sin sentido ya que los protagonistas tienen 17), en insinuar algunas cosas en lugar de mostrarlas, sobre todo en lo que a insultos y momentos sexuales se trataba. Aún así, la historia es muy oscura y dura, sobre todo en su última parte, donde hay momentos de violencia muy fuerte.
– El momento: Como he dicho un par de veces, la última parte me parece la más interesante. Es muchas veces un caos por el “problema” de la cámara en mano, no se ve muy bien lo que está pasando, y al final no se sabe muy bien quién está grabando y la cámara subjetiva deja de serlo tan claramente. Pero aún así, los puntos de vista (cómo si de un videojuego o un simulador virtual se tratara) integran mucho más al espectador que en una película convencional. Además, es de los pocos momentos en los se revela de verdad como una película de superhéroes más clásica, con la lucha final del bueno contra el malo.
– Conclusión: sin ser algo nunca visto antes en cine, “Chronicle” es un experimento interesante y atrevido, y a parte del hecho de cómo está rodada, lo más importante es lo bien que desarrolla una historia que, en cualquier otro caso, se centraría más en los efectos visuales y el aspecto fantástico del tema. Josh Trank, aparte de amable, simpático y cercano como persona, es un director muy interesante, con las cosas muy claras, al que le auguro mucho futuro. Aún habrá que esperar a ver si dirige la nueva versión de “Los cuatro fantásticos” (algo sobre lo que, según nos dijo, sabía él lo mismo que nosotros… ya, ya…), pero hoy por hoy, “Chronicle” es una película que merece bastante la pena ver.
Ni había oído hablar de esta película, pero tras leer esta crítica me ha picado la curiosidad un montón!!!
¿Quién dice que Josh Trank sea el nuevo Tarantino?. No veo demasiadas similitudes.
Pues a mi tampoco me lo parece, pero lo puse porque lo dijo la mujer que le presentó en el preestreno…
Gracias por pasarte por aquí!