-¿Qué?: la doctora Margaret Matheson se dedica a investigar los fraudes ocultos tras los supuestos misterios paranormales, con el apoyo de su ayudante, el doctor Tom Buckley. Los años de trabajo han convertido a Matheson en una persona escéptica, que afirma que no existe nada más allá de la razón y la lógica. Cuando Simon Silver, uno de los psíquicos más famosos retirado 30 años atrás, anuncia su reaparición, Tom insistirá en que él y Matheson le investiguen, como a todos los demás. Pero, por algún extraño motivo, la doctora no quiere tener ningún contacto con Silver…
-¿Cuándo?: Ayer miércoles por la mañana
-¿Dónde?: en el preestreno en la ECAM (Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid), con la presencia del director para grabar tras la proyección uno de los talleres de cine de Canal +.
-¿Por qué?: Rodrigo Cortés me parece uno de los directores-autores más interesantes de los últimos años, y sus dos primeras películas (sobre todo la primera), me habían impresionado muchísimo. Y por ello, tenía expectativas muy altas con su nueva película.
– Merece la pena porque… básicamente, por lo que he dicho, es la nueva película de Cortés, que es un director siempre interesante. Cortés es el prototipo de realizador total: dirige, escribe, monta, produce, colabora en la música… todo un hombre orquesta que, además, demuestra (o lo hacía) una intención de hacer un tipo de cine distinto al que estamos acostumbrados. Aunque el resultado de su última película sea más bien decepcionante. Como digo, las dos primeras películas de Cortés (las cuales ya comenté en su día, «Concursante» -2007- y «Buried-Enterrado-« -2010-), habían supuesto un desafío para el espectador, poniéndole en situaciones difíciles. El principal problema de «Luces rojas» se encuentra en ser totalmente lo opuesto de sus antecesoras: no ofrece nada nuevo, y tiene una falta de identidad absoluta. Es una película que podría haber hecho cualquiera, tomando cosas de unas y otras películas, de unos y otros géneros, sin que haya algo puramente original. Ya comenté en su día que eso se podía empezar a visualizar en «Buried» (que por mucho que se empeñara Cortés, no era el colmo de la originalidad), pero por lo menos, aquella era, cuanto menos, muy arriesgada en su realización. «Luces rojas» no se arriesga en ningún sentido. El director dice que su principal inspiración a la hora de rodar la película no fue tanto el cine de terror o ciencia ficción, como el cine policiaco de los años 70. Eso se puede ver gracias al montaje (también de Cortés, aunque menos espectacular que el de sus dos anteriores películas), que introduce un número considerable de imágenes «documentales», o también en alguna escena especialmente violenta. Es en estos momento cuando la película parece que va a despuntar y a darnos algo más. Pero son sólo unas pocas excepciones dentro de un conjunto muy manido en su realización. Todo el equipo (algunos de cuyos miembros ya habían participado también en sus otras películas), Cortés a la cabeza, parecen haberse relajado, haber puesto el piloto automático, y dejar las complicaciones para otra ocasión. Perfecto ejemplo es la música de Víctor Reyes, de quien muchas veces he alabado su trabajo, y que aquí realiza un trabajo sin personalidad, en el que se copia a si mismo (ese tema de los créditos, que parece el de los de «Buried» un poco modificado), y a los modelos típicos del género, más centrados en sorprender y asustar. Un trabajo muy poco destacable.
Cortés realizó una investigación sobre el tema durante un año para poder documentarse y escribir el guión, entrevistándose con psíquicos y mentalistas, así como con estudiosos de los fenómenos paranormales. El resultado es un guión complicado y elaborado, en el que las conversaciones en las que se puede reconocer claramente un estudio profundo (estupenda la escena del debate en televisión, aunque la posición que tienen los personajes con respecto al tema es algo surrealista), algo que es muy de agradecer para un espectador que no quiere ser tomado por tonto. El problema es que la historia está narrada de manera muy irregular, con momentos de gran interés, y otros cargados de tópicos, cuya única función muchas veces parece ser la de poner en tensión al espectador, pero sólo a través de sustos (algunos muy vistos ya). Estos clichés tan molestos, como que los golpes o los timbrazos de teléfono suenen mucho más altos de lo normal para dar el susto de rigor, son los que hacen que la película se convierta en algo mucho más simple de lo que podía haber resultado siendo más sutil y psicológica. Otro problema del guión es que es excesivamente sobredialogado, los personajes hablan todo el tiempo, muchas veces cuando no tienen nada que decir, anulando la expresividad que puede tener un buen silencio a tiempo. Cortés dice que al expectador no hay que explicárselo todo y más de una vez, pero, aún así, se vuelve a dar vueltas sobre los mismos temas una y otra vez, e incluso se repiten las mismas frases (¿cuántas veces podemos oír al final «uno no puede negarse a sí mismo»? Yo perdí la cuenta).
Por mucho que se hable de Sigourney Weaver y Robert de Niro como las grandes estrellas de la película, el gran protagonista y quien lleva todo el peso es un estupendo Cillian Murphy. El actor irlandés, que ya ha demostrado en muchas ocasiones lo versátil y buen actor que es, despliega todo su magnetismo para meterse en la piel de su personaje, con el que sufrimos (y mucho, sobre todo en algunas escenas), aunque no sea especialmente cercano o empático (como ninguno de los demás, por otro lado). Sigourney Weaver está también inmensa en un papel de esos de personalidad fuerte que tan bien se le dan. Muchos pensábamos (y esperábamos) que en esta película De Niro volvierá a tener uno de esos grandes papeles que hace tiempo que no hace. Pero tristemente, ocurre al contrario, su interpretación es exageradísima y su personaje es horriblemente estereotipado, muy plano y sin matices. Es triste decirlo pero es el que peor está de todos, y los demás actores le hacen sombra. Una pena. Los secundarios están muy correctos, aunque los personajes de Elisabeth Olsen y Toby Jones parecen estar ahí sólo para rellenar. Mucho mejor es el de Joely Richardson, que en sus pocas apariciones brilla con luz propia. Leonardo Sbaraglia está igual de exagerado que De Niro, aunque en su caso es porque el personaje así lo requiere, y el actor se entrega completamente. Como curiosidad decir que se puede ver (aunque muy muy muy brevemente) al reciente ganador del Goya al mejor actor revelación, Jan Cornet.
– El momento: me sentí especialmente metida en la película en la escena de la representación del personaje de Leonardo Sbaraglia. Me recordó mucho, temáticamente, a otra película que ya comenté aqui en su día, «El callejón de las almas perdidas (Nightmare Alley, 1947), con respecto al tema del fraude y el engaño que llevan a cabo timadores inteligentes que se aprovechan de las debilidades de la gente. Mucho más interesante me parece este tema, el de la metáfora del mundo falso como gran circo en el que lo importante es el espectáculo, que los absurdos misterios paranormales en los que se centra la película. Dice Cortés además que esta fue la escena más difícil de rodar, porque había que coordinar muchas cosas a la vez, y el resultado es extremadamente dinámico y, como digo, puede que sea el momento que más interés despierta.
– La frase: «There are two kinds of people out there with a special gift: the ones who really think they have some kind of power, and the other guys who think we can’t figure them out. They’re both wrong» (sí, se que es LA frase del tráiler, pero es que realmente fue de las que más me gustaron)
– Conclusión: «Luces rojas» es clarísimamente la película más floja de Rodrigo Cortés. Cuando el realizador se arriesga y hace cosas personales, brilla en todas sus facetas. Pero cuando se dedica a copiar e imitar lo que han hecho otros, el resultado no es terrible, pero no aporta nada. Cortés afirma que al espectador hay que hacerle pensar y exigirle más. Pues bien, a mi esta película ni me hizo pensar, ni me parece que quiera plantearle ningún reto al espectador. Se ve sin más, pero no se retiene en la memoria del espectador, sino que es fácilmente olvidable al rato, porque al final resulta ser lo mismo de siempre, solo que modificado para parecer distinto. Pero, si la película trata sobre las trampas y el engaño, a mi Cortés no me ha engañado en ningún momento. Y sólo espero que en su siguiente película vuelva a sus orígenes y demuestre que, efectivamente, me está exigiendo algo más. Porque eso es lo que más me gustaba de él.
Fenómenos paranormales serán el tema central de esta producción, que además de destacar por su historia cuenta con un reparto de calidad. Entre los actores, la participación de Leonardo Sbaraglia es la que más me agradó, un actor que siempre logra excelentes personajes. Sin duda, es una cinta que vale la pena revisar.