-¿Qué?: En Madrid, Javier es un representante de jugadores de fútbol de tercera que ve la oportunidad de su vida cuando el Real Madrid se interesa por uno de ellos, Gustavo César, un joven argentino, a quien invita enseguida a venir España. El problema parece ser que el chico tiene también un representante en Argentina, quien, al enterarse, sufre un infarto y le pide a su sobrino Diego que acompañe a Gustavo César en su lugar. Diego, ginecólogo que vio en su juventud roto su sueño de ser futbolista, y que desde entonces no quiere saber nada de ese deporte, accede no muy convencido. Una vez en Madrid, Javier y Diego deciden asociarse y comienzan a hacer lo imposible para conseguirle a Gustavo César un contrato…
-¿Cuándo?: El lunes por la mañana.
-¿Dónde?: En un pase de prensa en el Cine Callao
-¿Por qué?: me enteré del pase sin saber apenas nada de la película, y me atrajo enseguida por sus actores. Cuando vi el tráiler me pareció que podría ser una comedia entretenida, y por eso fui al pase cuando me surgió la oportunidad.
– Merece la pena porque… es una comedia agradable sin más pretensiones. Desde el primer momento te deja claro lo que te va a ofrecer, y no pasa de ahí. No tiene salidas de tono, ni situaciones inesperadas. Es la típica historia de timadores con buen corazón y de perdedores que acaban descubriendo que lo más importante es cuidar lo bueno que tienes y no soñar que lo que podrías tener. La película se ríe con ellos y no de ellos, y siempre les mira con ternura y compasión. El director David Marqués, especializado en comedias con intenciones de crítica social, aquí nos presenta una película mucho menos profunda que sus evidentes referentes (“En bandeja de plata” –The fortune cookie, 1966- o “Jerry Maguire” -1996-) a pesar de que tenía temas para serlo. Es bienintencionada y bastante tópica, e incluso su humor es algo ingenuo (nada o muy poco que ver con la mala leche de, por ejemplo, «Días de fútbol» -2003-). Marqués dirige incidiendo mucho en primeros planos, y en plano contraplano, pero no hace ningún alarde, hay un momento de pantalla partida que podrías ser el más “arriesgado”. La película tiene un comienzo muy bueno, con una gran presentación de los personajes y de la situación. Pero a partir de que los dos protagonistas comienzan su odisea para conseguir el fichaje, la película se desinfla, ya que se vuelve repetitiva, algo falta de ritmo y demasiado previsible. El mundo de los contratos de fútbol se nos presenta como una mafia corrupta en la cual lo que menos importa es la pasión por el deporte, sino el dinero y el poder. También está tratada la diferencia idiomática y de carácter de argentinos y españoles, creando confusiones que son los mejores puntos cómicos de la película.
En cuanto a los actores, la película tiene su gran baza en contar con dos actores nacidos para hacer comedia, Fernando Tejero y Diego Peretti, aunque el argentino queda algo ensombrecido en esta ocasión ante un gran Tejero (que se está haciendo experto en películas de fútbol), que roba todas las escenas con un papel que le va como un guante, y que además recuerda en algunos aspectos al que pudimos ver hace unos meses en “La chispa de la vida” (2011, en lo que a falso y embaucador se refiere, aunque son personajes muy distintos). Mientras, Peretti está correcto como siempre, pero no acaba de despuntar en ningún momento, ni su personaje está demasiado aprovechado. De todo el elenco de secundarios, destacaría especialmente a Hugo Silva, perfecto estereotipo del malo malísimo, Pepe Sancho, y por supuesto, la breve pero siempre estimulante aparición del gran Ricardo Darín. Las actrices Laura Pamplona, Carolina Peleritti, Patricia Montero y Carmen Ruiz están bastante correctas pero sin más. Bastante sosito es Chino Darín (algo de extrañar siendo hijo de quien es), y lamentable Jordi Sánchez, que no hace más que hacer de Antonio Recio en “La que se avecina”. En cuanto a los cameos de famosos, tienen bastante gracia y están bien introducidos.
– El momento: casi cualquier mano a mano Tejero-Peretti, como en el que ambos se emborrachan en casa del primero o la entrevista en la radio, pero sobre todo, el momento en que los dos se ponen a jugar al fútbol, en el por un momento los dos recuperan aquel sueño que perdieron en su juventud.
– La frase: “Oportunidades hay millones, pero vida sólo hay una”
– Conclusión: “En fuera de juego” hace reír (o más sonreír) con un humor sincero, sin necesidad de artificios. Lo malo es que se ve bien, pero no hay nada por lo que se quede en la memoria demasiado tiempo, para bien y para mal. Entretiene y sirve para pasar un buen rato, pero todo lo hemos visto ya mil veces. Y aunque por lo menos nunca te engaña con respecto a sus intenciones, uno no puede evitar pedir un poco más.