La segunda jornada del Festival de Cine Alemán ha tenido un claro protagonista, Andreas Dresen, que nos ha demostrado que no sólo es un gran director, sino también una persona encantadora. En primer lugar, como dijimos, esta noche se ha preestrenado en el festival su última película, «Stopped on track», que se proyectará de nuevo el sábado 9 a las 22h. Se trata de una película tan bonita como dura, un shock para el espectador, que acaba desolado. Se nos cuenta la historia de Frank Lange, un hombre al que se le diagnostica un tumor cerebral terminal, y de su familia, y de cómo viven la terrible situación desde que saben la noticia hasta el final. Pocas veces hemos podido ver en la pantalla una enfermedad mostrada de manera tan directa y real. No se oculta que se trata de un proceso doloroso, pero se hace sin efectismos exagerados que busquen forzar el drama. La historia ya es bastante dramática de por si. Andreas Dresen es un director muy personal que se caracteriza por presentar películas de un estilo hiperrealista, casi documentales, basadas en la improvisación y la naturalidad. «Stopped on track» sigue claramente esta línea. Técnicamente, destaca la utilización de la cámara según lo que se quiera contar, en ocasiones con largos planos fijos, mientras, en otros momentos, se utiliza la cámara en mano que va siguiendo a los personajes, y hace las escenas más dinámicas.
Para conseguir el mayor acercamiento posible a la historia, el equipo habló con familias que habían sufrido la muerte de un ser querido cercano, y en sus historias se inspiraron. No hay además en la película reflexiones filosóficas ni religiosas, sino que todo se muestra de manera pragmática y cercana, como algo que no tiene explicación y le puede pasar a cualquiera. Frente todo este realismo, tan propio de Dresen, sorprende el riesgo que se ha tomado el director al salirse totalmente del tono de la historia e introducir escenas en las que se nos muestra el cáncer personificado, que están ahí como una manera de introducir algo de humor hasta en las peores situaciones, y sirven para liberar un poco de la tensión del resto del relato. Sin lo que está claro que no se puedo entender esta película son sus actores (los que lo son de verdad, ya que muchos de los personajes están interpretados por personal sanitario auténtico), especialmente los protagonistas, un impresionante Milan Peschel, ganador del Lola al mejor actor, que nos muestra todo el deterioro de su personaje de manera asombrosa, y Steffi Kühnert, su mujer, que consigue transmitirnos todas las emociones por las que pasa alguien en su situación.
«Stopped on track» es una de esa películas que te llegan dentro y te tocan el corazón. Imprescindible, nadie debería perdérsela.
Siguiendo con Andreas Dresen, a la 17h hemos podido ver la primera película de su retrospectiva, «Whisky con Vodka» (Whisky mit Vodka, 2009, a la misma hora se proyectaba «Niños prodigios», que veremos y comentaremos el sábado, cuando contaremos con la presencia de su director para hacer un coloquio). Dresen demuestra su versatilidad con una película en la línea de sus primeros trabajos y del estilo con el que aprendió, mucho más clásico del que nos tiene acostumbrados en los últimos tiempos, en los que, como he dicho antes, ha dominado un estilo casi dogma. En esta sin embargo, introduce elementos con la música extra diegética o varios tipos de fotografía. También Dresen deja de lado en este caso la escritura, y toma un guión de Wolfgang Kohlhaase, al igual que ya hizo en otra película suya, «Verano en el balcón» (Sommer vorm Balkom, 2005). Kohlhaase en un director muy mayor e importante que lleva muchos años trabajando en el cine alemán. Basada en un hecho real, «Whisky con Vodka» nos cuenta el caótico rodaje de una película cuando Otto Kullberg, el famoso actor protagonista, que ha tenido problemas con el alcohol y que por ello dejó a medias el rodaje de su anterior proyecto, parece que ha vuelto a beber. Para no perder la película, los productores deciden que se contrate a otro actor que ruede también todas las mismas escenas que Otto, en caso de que este finalmente no estuviera en condiciones de trabajar. Deliciosa tragicomedia, que vuelve a introducirnos en el cine dentro del cine, pero que en el fondo habla de personas y de relaciones humanas, que es lo que, al fin y al cabo, siempre le interesa al director, centrándose mucho en el tema de las diferencias generacionales, lo duro que es envejecer y cómo los jóvenes reemplazan a los mayores. La película recibe influjos clarísimos (no lo oculta Dresen en ningún momento) del Woody Allen más clásico, con la música de jazz incluida. Destacar también a todos los actores, fantásticos por igual, destacando Henry Hübchen, Corinna Harfouch, Sylvester Groth (a quien muchos recordarán por interpretar a Joseph Goebbels en «Malditos bastardos» –Inglorious Basterds, 2009-), Markus Hering y Valery Tscheplanowa.
A mi parecer, maravillosa, de lo mejorcito que he visto de Dresen. Si os la habéis perdido, espero que tengáis ocasión de verla, porque realmente es un gusto.
Pero no todo ha sido Andreas Dresen hoy, y mientras en una sala se proyectaba el primer pase de «Tres cuartos de luna», el la otra hemos podido ver el documental «Khodorkovsky», del cual ya he hablado aquí en otras ocasiones, pero que ahora puedo comentar con conocimiento de causa. Durante un viaje a un festival de cine en Siberia, el director Cyril Tuschi comienza interesarse por la figura de un hombre de negocios ruso, Michail Khordorkovsky, que lleva años en una cárcel del país. En los años 90, Khodorkovsky supo utilizar sus habilidades como empresario para aprovechar las oportunidades que le surgieron, convirtiéndose así en el hombre más rico de Rusia. Cuando se enfrentó abiertamente al gobierno de Vladimir Putin, fue arrestado y acusado de robo, malversación, e incluso de asesinato. El director intenta averiguar si ese fue el auténtico motivo del encarcelamiento de Khodorkovsky, o hubo otros. Se trata de un documental denso por el tema que trata, pero que está contado de manera suficientemente ágil y dinámica como para resultar muy interesante hasta para quien no sepa mucho del mismo. Cyril Tuschi demuestra que no sólo es un muy buen director, sino además una valentía y tenacidad envidiables para realizar esta película, ya se encuentra con muchas dificultades, muchas miedos a hablar, y muchas cosas que no se quieren contar, incluso llegando a ponerse en riesgo él mismo, como se ve. El montaje es también un punto fuerte de la película, ya que está espectacularmente bien contruida a través naturalmente de entrevistas e imágenes documentales, pero también de encenas de películas, vídeos caseros, y lo más curioso y original, reconstrucciones de las imágenes que no se poseen y metáforas a través de imágenes de animación al estilo (salvando todas las distancias) de Frank Miller. Destaca el acompañamiento de la fantástica banda sonora de Arvo Pärt. En conclusión, una buena película aleccionadora que te hace pensar y reflexionar.
Como veis, un día intenso pero muy satisfactorio. Mañana el festival empieza de buena mañana con la película infantil «Los Cinco», y sigue a las 17h. con una tv-movie, «Padre, madre, asesino» (Vater, Mutter, Mörder, 2011). A las 19:30h., la última oportunidad de ver «La invisible», y el primer pase de «Viento del Oeste» (Westwind, 2011), película que trata uno de los temas que más gustan en el cine alemán de los últimos años, la vida en la RDA. Y a las 22h., primer pase de «La suma de todas mis partes» (Die Summe meiner einzelnen Teile, 2011), de Hans Weingartner, conocido en nuestro país por su segunda película, «Los edukadores» (Die fetten Jahre sind vorbei, 2004) y la segunda película de la retrospectiva de Andreas Dresen, «A media escalera» (Halbe Treppe, 2001)
Mañana más e igual, porque mejor es muy difícil!
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