-¿Qué?: Blancanieves es una joven y hermosa princesa cuya madre muere siendo ella muy pequeña. Su padre, el rey, se casa con una bella y malvada mujer, Ravenna, que le asesina en su misma noche de bodas para así hacerse con el reino. Temerosa de su belleza y su bondad, Ravenna encierra a Blancanieves en una torre. Años después, descubre que el corazón de la princesa es lo único que podrá mantenerla joven eternamente. Pero Blancanieves logra escapar. La reina hace un trato con un cazador traumatizado por la muerte de su esposa para que vaya al bosque tenebroso y la encuentre…
-¿Cuándo?: Ayer por la noche (mientras el resto del mundo veía el fútbol)
-¿Dónde?: … (y hasta aquí puedo leer)
– ¿Por qué?: no soy muy seguidora de la historia de Blancanieves ni de las películas que se basan en ella (ni siquiera de la de Disney), pero me atrajo mucho el tráiler (muy conseguido, que muestra mucho más de lo que en el fondo es la película), y varias personas me la recomendaron, así que al final me decidí a verla.
– Merece la pena porque… en una época en la que el mundo del cine y la televisión parecen inexplicablemente obsesionados con transformar y readaptar el cuento original de los hermanos Grimm (bueno, y casi cualquier cosa), esta se presenta como la versión más oscura y adulta del mismo. En ella, Blancanieves se transforma en una nueva Juana de Arco, la única que puede salvar a su pueblo de la garras de un poder maligno. No nos suena novedoso, ¿verdad? Porque no lo es, en absoluto. Se trata de la ópera prima de su director, Rupert Sanders, que viene precedido de un gran éxito en el mundo de la publicidad. Sanders dirige de manera correcta, pero sin ningún tipo de personalidad. Más bien lo que vemos es un revoltijo de otras películas que el director toma como referente, y que copia directamente sin molestarse ni en disimularlo. Hay cosas de “El señor de los anillos” (The Lord of the Rings, ese plano aéreo de los personajes andando por la montaña), “Juego de tronos” (Game of Thrones), o también mucho de la (supuesta) épica medieval del peor Ridley Scott (esa Blancanieves con armadura, casi tan ridícula con la Lady Marian de “Robin Hood” -2010-), y el enfrentamiento final recuerda inevitablemente al de “Stardust” (2007).
La historia, por otra parte, es un despropósito, y, como le ocurría también a la “Alicia en el País de las Maravillas” (Alice in Wonderland, 2010) de Tim Burton (con la que tiene mucho en común, aunque en comparación “Blancanieves…” sale ganando), se convierte en una degeneración del original en el que se basa. Cuenta con un muy buen comienzo, que empieza a desinflarse en cuanto termina el prólogo. Es pesada, y la mayor parte del metraje no cuenta nada, simplemente nos muestra a Blancanieves yendo de un sitio para otro en compañía de diversos personajes. Carece casi por completo de cualquier tipo de épica y emoción, y los intentos de introducir algún momento de acción y aventuras son decepcionantes (ese en el que de pronto aparece un monstruo en el bosque, muy metido con calzador). Además no se profundiza en nada, ni en la historia ni en los personajes, quedando todo simplemente esbozado, y dejando cosas sin explicar (toda esa tontería del tema de “la elegida” y tal…).
No se puede negar que a nivel técnico la película es impresionante, tanto los efectos visuales como el maquillaje, el vestuario y la dirección artística, y especialmente la fotografía (donde la experiencia en publicidad del director se puede lucir más). Pero sobre todo, destaca como lo mejor de la película la impresionante banda sonora de James Newton-Howard, cargada de épica y majestuosidad, con temas muy distintos perfectamente a las situaciones, que gracias a la música no resultan completamente anodinas. Un trabajo que sin duda debería ser considerado muy en serio para los próximos Oscars.
La tendencia de toda la película en preocuparse más por las imágenes que por los personajes y sus actores, hace que estos se pueden dividir en dos categorías: los que no hacen nada (o muy poco) y los que directamente están fatal. Dentro de este panorama la que mejor parada sale es Kristen Stewart (¿esta chica sabe sonreír? Porque siempre la veo poniendo cara de sufridora), que sin hacer nada del otro mundo, salva su papel de una heroína en absoluto empática. Frente a ella está una para mi inexplicablemente alabada Charlize Theron, guapísima pero esperpéntica a más no poder, sin hacer otra cosa que abrir mucho los ojos y pasar de susurros a gritos sin término medio. Su manera de representar la maldad es tosca y excesiva. Para completar el triángulo, tenemos al “actor” que da vida al cazador, Chris Hemsworth, que es la inexpresividad personificada, y que no sabe ni vocalizar, ni mucho menos actuar. Tenía gracia verle en “Thor” (2011), vale, pero aquí, intentando hacer un papel más complejo y profundo (incluso tratando de soltar alguna lagrimita), está absolutamente penoso. De los secundarios, cabe lamentar lo poco aprovechado que está el grupo de actores que interpreta a los enanitos (que lo mismo podrían haber estado que no, ya que no aportan nada a la historia), entre los que encontramos a Toby Jones, Bob Hoskins, Eddie Marsan o Nick Frost.
– El momento: el principio, te mete muy bien en situación y parece que lo que te va a contar va a ser mucho más interesante de lo que luego resulta ser. Una lástima. También me gustaba la escena de las hadas y el bosque mágico, por ser los más parecido a un cuento de toda la película, si no fuera porque es una copia directa de la “La princesa Mononoke” (Monoke-hime, 1997, descubierto gracias a la estupenda crítica de mi compañero de clase Gonzalo).
– La frase: I would rather die than live another day in this death.
– Conclusión: es un refrito de miles de cosas sin que en ella pueda apreciarse nada original. Sí, está bien hecha, ¿y qué? Muchas otras también lo están. Y sus aspectos técnicos la podrían haber hecho por lo menos disfrutable si la historia fuese entretenida y estuviese mejor llevada, pero tampoco cumple satisfactoriamente con su objetivo de blockbuster palomitero. Me esperaba algo más terrorífico, más mágico. Pero no tiene nada de cuento, ni infantil ni adulto. Si no fuera por el placer que proporciona escuchar una y otra vez su magnífica banda sonora, «Blancanieves y la leyenda del cazador» sólo serviría para verla y olvidarla.
Es verdad, la banda sonora es una maravilla!!
Ayyy Paulita, pero qué ilusión leerte por aqui!!!
Pues sí, la banda sonora es espectacular, de lo mejorcito que he oído en mucho tiempo. Lástima que toda la peli no sea así jejejeje.
Gracias por pasarte! Besazos!
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