– ¿Qué?: Año 2042. Joe es un looper, es decir, un asesino a sueldo que es contratado por la mafia para asesinar a personas que son enviadas desde el futuro 30 años después, cuando los viajes en el tiempo ya se han inventado y deshacerse de los cuerpos de las víctimas es muy complicado. Se les manda por tanto al pasado, donde los loopers se encargan de acabar con ellos y hacer desaparecer los cuerpos. El problema es que los mafiosos no quieren dejar cabos sueltos y, cuando encuentran a aquellos que fueron loopers, les envían también al pasado para que sean asesinados por ellos mismos 30 años antes…
– ¿Cuándo?: El miércoles 10.
– ¿Dónde?: En el pase de prensa en el Cine Palafox.
– ¿Por qué?: la ciencia ficción en general no es lo mío, pero los viajes temporales sí que es un tema que siempre me ha interesado, y viendo el reparto de la película y las buenas críticas que estaba recibiendo, tenía pinta de ser de las que me gustan.
– Merece la pena porque… es una de las más redondas combinaciones de realismo y ciencia ficción que he podido ver. Con un presupuesto “reducido” (para lo que suelen ser las producciones americanas de este tipo) de 30 millones de dólares consigue la mezcla perfecta entre película pseudo-independiente que hace reflexionar, y producto de entretenimiento. Rian Johnson, reconocido director y guionista que se hizo un nombre gracias a los buenos resultados de su primera película, “Brick” (2005), plantea una historia ambientada en un futuro distópico, en la que vemos referencias a las teorías de los viajes a través del tiempo a H.G. Wells o John William Dunne (que afirma que el pasado, el presente y el futuro ocurren coexisten a la vez, aunque nosotros los percibamos de manera lineal). Quizás esto no sea lo nunca visto en cine, pero es la inteligencia con la que está tratado lo que convierte a “Looper” en algo diferente. Johnson vuelve a revelarse como un director con personalidad y soltura, manejando la cámara con una libertad admirable. Especialmente destaca su buen uso de la cámara lenta, recurso que habitualmente odio, pero que aquí está muy bien empleado, siendo incluso necesario en algunas escenas. Además de la gran labor de dirección, la película cuenta con un montaje elaboradísimo. Es gratificante la manera sutil y diferente que tiene de contar las cosas, dejándolas muchas veces fuera de campo, para simplemente sugerirlas o mostrarlas luego a través del punto de vista de otro personaje. De este modo se mantiene constantemente la atención del espectador. Los efectos visuales, sin ser especialmente espectaculares salvo en momentos puntuales, están perfectamente integrados en la película. Todo ello envuelto en la eficaz banda sonora del primo del director, Nathan Johnson, que completa las situaciones sin adueñarse de ellas pero consigue no pasar desapercibida.
Rian Johnson es también el autor de una historia con todo un imaginario que bien podría haber salido de la mente de Philip K. Dick o del propio Wells. Llena de ramificaciones y de líneas temporales, Johnson la conduce sin necesidad de rebuscadas y pretenciosas descripciones del tipo nolanista. Desde el primer momento, la voz en off del protagonista te sitúa y te explica lo que hay de forma directa y clara, y, una vez hecho esto, deja que la historia avance. Tal vez por eso se nota demasiado el brusco cambio entre la primera parte, la mejor, frenética, con un mecanismo perfecto (no es casualidad la importancia que tienen los relojes en la película) en la que no dejan de ocurrir cosas, y la segunda, más calmada y filosófica. No es tanto una falta de ritmo, sino que más bien parece que uno ve dos películas diferentes dentro de la misma. Pero aún así, la segunda parte tiene además momentos también enormes, y no se pierde el interés en ningún momento. Además, Johnson introduce y maneja elementos de distintos géneros y los mantiene todo el tiempo en equilibro, mezclando momentos divertidos, con otros dramáticos, algunos incluso de terror y amor, y acción. Sí, hay muchos tiros, pero, al contrario de lo que pueda suceder en otras ocasiones, aquí no parecen estar sobreutilizados de manera innecesaria, sino que forman parte de la historia y tienen una razón de ser lógica (como ocurre, por ejemplo, en las películas de Michael Mann). Quizás se pueda echar en falta en ocasiones algo de emoción, ya que a veces parece que la película es un conjunto impecable, pero al que le falta un poco de alma.
Por mucho que se ponga a Bruce Willis como cabeza del reparto, aquí el protagonista absoluto y el que nos lleva por toda la historia es Joseph Gordon-Levitt, casi irreconocible con el maquillaje para hacer de Willis en joven, pero estupendo como siempre (este actor cada vez está más alza, muy merecidamente), aunque su personaje quizás resulte algo frío. Mientras, Bruce Willis, sin estar mal, tampoco hace nada del otro mundo, y a veces parece que está más en “Los mercenarios” (The Expendables, 2010) que en esta película. Eso sí, la escena que comparten ambos actores en el bar es un auténtico duelo actoral en la que los dos se lucen. Quien sí sorprende con su cambio de registro es Emily Blunt, que aquí hace de mujer americana dura. Pero es el niño, Pierce Gagnon, quien logra dejarnos impresionados. A veces parece mucho más adulto de lo que es y consigue provocar auténtica inquietud. De los más secundarios, destacan un también siempre excelente Paul Dano (actor al que me encantaría ver en más películas, y con más papeles protagonistas) y Jeff Daniels.
– El momento: cuando vemos pasar los 30 años de la vida de Joe de manera resumida, o ese de la casa en el que se descubre el secreto del niño, que es un ejemplo perfecto del uso de la cámara lenta que decía antes. Impresionante.
– La frase: “I don’t want to talk about time-travel shit. If we start, we’re gonna be here all day making diagrams with straws.”
– Conclusión: “Looper” sabe aprovechar al máximo sus posibilidades, y tiene algunas de las cualidades que todos queremos encontrar en una película: es comercial (que no simplemente palomitera), pero lejos de tratar al espectador como un tonto, hace a la vez pensar, aunque sin pasarse de pedante. Es entretenida, interesante, está muy bien hecha y muy bien contada, y tiene suficiente elementos de distintos géneros (todos muy bien enlazados) como para contentar a todo el mundo. No es perfecta ni lo nunca visto, pero sin duda es de lo mejor que he podido ver en lo que llevamos de año.
Wow!! Pedazo de crítica, qué ganas de verlaaa!!
Te gustaría mucho seguro 🙂