– ¿Qué?: Ali, un hombre aficionado al boxeo simple y apático, se va a vivir a casa de su hermana en la Costa Azul con Sam, su hijo de 5 años, a quien acaba de conocer y no sabe cómo tratar. Tras conseguir trabajo como portero de una discoteca, una noche su camino se cruza con el de Stéphanie, una guapa joven que parece estar resentida con el mundo. A los pocos días de conocerse, Stéphanie sufre un terrible accidente que cambia su vida para siempre, incluida su relación con Ali…
– ¿Cuándo?: el lunes 12
– ¿Dónde?: en los Cines Verdi
– ¿Por qué?: me salió la oportunidad de verla en un pase de prensa, y ya sólo me apetecía por ser una película por la que Marion Cotillard, una de mis actrices favoritas, puede llevarse premios importantes.
– Merece la pena porque… siempre es interesante ver una película de Jacques Audiard, director de la unánimemente alabada “Un profeta” (Un prophète, 2009), ya que es uno de los realizadores más personales y sugestivos del cine francés actual. El cine de Audiard se basa en las sensaciones, sensaciones que se vuelven palpables. Podemos casi notar el aire, el agua, el calor, o experimentar el dolor o la tristeza. Fiel a su tono realista, en “De óxido y hueso” nos presenta de nuevo un trabajo en perfecto equilibrio la dureza y la sensibilidad. Se trata de un director muy explícito en lo físico, no se corta en mostrar las cosas con crudeza, pero a la vez muy sutil a la hora de mostrar sentimientos, los cuales se sugieren a través de la expresividad de los planos, de la preciosa fotografía, con una significativa utilización de la luz del sol, o de la música (de nuevo contando con la colaboración de Alexandre Desplat). Técnicamente, no podemos dejar de destacar los asombrosos efectos digitales en las piernas de la protagonista, que precisamente por realistas impresionan sobremanera.
A pesar de lo trágico de la historia, Audiard casi nunca se recrea, no fuerza las cosas para buscar la lágrima fácil. Incluso se podría decir que tiende más hacia la frialdad, pero no por ello deja de transmitir emociones. Son destacables esos momentos de humor, muy conseguidos y eficaces. Y es que en el fondo, se trata de una película positiva y esperanzadora. El problema es que la película está estupendamente conducida durante la mayor parte del metraje, pero llega un momento en que, una vez alcanzados sus objetivos, da la sensación de que el director quiere poner un punto final al que no sabe cómo llegar, y por eso resulta en exceso alargada (que no aburrida, pero sí algo dispersa) y acaba decantándose por lo decepcionantemente convencional en su resolución.
Audiard es además uno de esos directores que sabe sacar lo mejor de sus actores. En “De óxido y hueso” los protagonistas se entregan a sus perfectamente descritos personajes sin reservas y son dos de los pilares fundamentales en los que se sustenta la película. Matthias Schoenaerts (premio al mejor actor en la Seminci) encarna como nadie con naturalidad a un tipo brusco, sin demasiadas aspiraciones, que no sabe expresar sus sentimientos, pero que, en su simpleza, es el único capaz de sacar al personaje de Marion Cotillard adelante. Y es ella, la actriz francesa, quien se luce completamente, regalándonos (otra vez) una magistral interpretación en un papel extremadamente complicado cargado de matices. El resto de secundarios hacen bien sus papeles, pero quedan ensombrecidos por los dos enormes protagonistas, aunque cabe destacar a Corinne Masiero como la hermana de Ali, y al niño que interpreta al pequeño Tom, Armand Verdure, absolutamente encantador.
– El momento: la escena entre la protagonista y la orca a través del cristal es una belleza, un buen ejemplo de la sutileza de Audiard de la que hablaba antes. Me parece de lo más hermoso que he podido ver en cine en mucho tiempo.
– Conclusión: comparada con la anterior película de Audiard, “De óxido y hueso” ha salido perdiendo en casi todas las comparaciones, aunque a mí casi me ha gustado más, ya que en “Un profeta” me costó mucho entrar, mientras que ésta te engancha desde el primer momento. Sin llegar a entusiasmarme ni acabar de parecerme redonda, creo que hay mucho más en ella que un simple drama de superación personal. Es una película sincera, directa, que no pretende manipular al espectador, y que nos deja algunas imágenes para el recuerdo. Cómo mínimo, no deja indiferente. Recomendable.
Ésta sí que la puedo encontrar creo. Ya me había hablado de ella Elena, pero después de leer tu crítica tengo muchas más ganas!!