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Lincoln (2012)

Lincoln-944983762-large  – ¿Qué?: Nos situamos en Enero de 1865. Tras cuatro largos años, la Guerra de Secesión estadounidense está llegando a su fin. Abraham Lincoln, que acaba de ser reelegido presidente, vuelve a proponer al Congreso una enmienda para abolir la esclavitud, que ya le había sido rechazada unos años antes. Sin embargo, Lincoln considera este el momento oportuno para volver a plantearla, ya que de aprobarse en el momento adecuado, podría suponer el fin de la guerra, y por tanto hará lo que sea necesario para conseguirlo…

– ¿Cuándo?: El viernes a las 20h.

 – ¿Dónde?: En los Cines Princesa.

– ¿Por qué?: a Steven Spielberg siempre hay que darle una nueva oportunidad, porque aunque te lleves algunas decepciones con él, en cualquier momento puede volver a sorprenderte. Y aunque el tráiler de esta película en un principio no me pintó nada bien, había que verla por ser una de las favoritas (aunque tras los Globos de Oro ha perdido puntos) para llevarse el Oscar.

– Merece la pena porque… es una de las película sobre política más interesantes que he visto, y el mejor trabajo de Spielberg en años. Del Spielberg serio, instructivo, que es el que nos gusta, no el que hace ñoñadas del tipo “War Horse” (2011). No me puede alegrar más decir que “Lincoln” no tiene absolutamente nada que ver por tanto con su anterior película, y mi comentario de ella también va a ser muy diferente. El “Lincoln” de Spielberg se aleja de la grandilocuencia que podría esperarse de retrato sobre la figura más mítica de la historia estadounidense, sino que realmente se trata de una película intimista, de diálogos (o monólogos), casi teatral, en la que lo importante son los personajes. El director por tanto se centra en lo que es el auténtico maestro, es decir, en contarnos una historia. Y cuando lo hace bien, no hay nadie que le iguale. Aunque a veces se muestre algo complaciente, en el fondo es una película dura (ese hoyo lleno de miembros amputados, es de lo más brutal que se he podido ver últimamente), directa, con una atmósfera decadente, pero también portentosa y preciosa en su forma. La clásica y sosegada dirección de Spielberg da pie a que se luzcan todos los aspectos técnicos de la película, desde la cuidadísima ambientación o la sobria y naturalista fotografía de Janusz Kaminski, hasta la banda sonora del gran John Williams que esta vez, sin abandonar por supuesto su típico estilo, sabe dejar de lado su a veces molesta omnipresencia, y quedar relegado a un segundo plano, apareciendo sólo cuando es necesario, con una bellísima, tranquila y muy adecuada banda sonora (esos temas country maravillosos) que tiene algunos de las mejores melodías que le hemos podido oír en los últimos años.

Por otra parte, el espléndido guión de Tony Kushner, escritor ganador del premio Pulitzer y autor del guión de la otra gran película de Spielberg de los últimos años, “Munich” (2005), consigue que una historia en principio densa resulte cercana y comprensible para todo el mundo la mayor parte del tiempo. Puede ser que uno se pierda a momentos entre tanta conversación política, pero es fácil reengancharse enseguida, y durante esos instantes, uno puede incluso seguir recreándose en la película técnica e interpretativamente más que en lo que se está contando en sí, y quedar igualmente satisfecho. Eso pasa muy pocas veces. No quiero decir con esto que la película sea mayormente pesada y confusa, para nada. Kuhner además nos ahorra el patrioterismo y la falsa trascendencia. Por supuesto que la historia que se cuenta es importante y más para la historia de EE.UU., y por ello no es necesario que nos los recalque con frases pomposas. Eso sería excesivo, y esta película es muchas cosas pero en absoluto exagerada. No puede evitar dejarse llevar por algunos momentos peliculeros, tan propios del cine de Spielberg por otro lado, pero que son mínimos y no empañan el conjunto general. Pero lo que hace especial esta historia es su humanidad, el afecto con el que se trata a los personajes. Spielberg y Kuhner no endiosan a Lincoln, sino que le muestran como es, con sus virtudes, sus defectos, sus dudas, sus batallitas. Y por eso, resulta casi inmediatamente empático. Pero la película no es en absoluto un cuento de color de rosa: claro que hay corrupción, por supuesto, esto es política ¿no? Y claro que aprobar la esclavitud fue una estrategia política para que el bando de Lincoln ganara la guerra, eso no queda oculto en ningún momento. Pero creo que la idea general es que, si el resultado va a servir para mejorar la condición de los derechos de todos los seres humanos, los medios, e incluso el fin auténtico, se justifican, y merece la pena luchar por conseguirlo.

Se habla mucho del trío de actores protagonistas, pero lo cierto es que todo el reparto, sean sus apariciones más largas o más cortas, está excepcional, y además plagado de rostros conocidos. Pero ante todos está, por supuesto, Daniel Day-Lewis, que se transforma por arte de magia, de Spielberg y de su propio talento, en Abraham Lincoln. En ningún momento reconocemos al actor, ni en los gestos, ni en la voz, ni siquiera en la mirada. Y es porque no está allí, porque se ha entregado completamente al personaje. A un personaje muchísimo más tranquilo y contenido de los que había tenido que enfrentar en los últimos años, y como no podía ser de otra manera, lo lleva a la perfección con una naturalidad y una sobriedad impresionantes. Está inmenso, y se merece todos los reconocimientos que se pueda llevar. Day-Lewis está muy bien secundado por una Sally Field que parecía sumida en el olvido, y a la que Spielberg rescata en todo su esplendor, y un gran Tommy Lee Jones irónico y divertido, aunque sin llegar al absurdo nunca. Pero igual de estupendo está David Strathairn, a quien no se está destacando demasiado a pesar de que borda su papel. Y como he dicho, todos los actores, entre los que encontramos a Joseph Gordon-Levitt, James Spader, John Hawkes o Jackie Early Haley, se lucen y tienen sus momentos de gloria.

– El momento: muchos destacan (cualquiera los largos speeches de Lincoln merece la pena), pero visualmente, me quedo con un pequeño momento concreto que quizás a muchos les pasará desapercibido, pero que a mí me parece de una belleza impresionante: en el que se ve a Lincoln y su hijo a través de una cortina tras enterarse de la aprobación de la enmienda.

– La frase: We must try to be happier. We must. Both of us. We’ve been so miserable for so long…”

– Conclusión: “Lincoln” es una película absolutamente exquisita y conmovedora. Bien es cierto que de primeras puede causar rechazo, ya que hay películas sobre política que se pueden hacer muy densas, pero el tema de la Decimotercera Enmienda me parece tan apasionante y fundamental para la historia de la humanidad, y aquí está tan bien contado, que no puedo entender a la gente que dice que es aburrido. Además, es entretenida y se hace muy corta, las dos horas y media se pasan volando. Esto es gran cine, y parece que con el tiempo hemos perdido la capacidad de disfrutarlo y valorarlo como se merece. Una película imprescindible, no sólo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. Yo la volvería a ver mañana mismo.

2 comentarios el “Lincoln (2012)

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