– ¿Qué?: Pip es un niño huérfano que vive con su hermana y el marido de ésta, un herrero. Un día Pip es requerido por una mujer rica y extravagante, Miss Havisham, para que la entretenga en sus solitarios días en una enorme casa de la que no sale. En sus visitas a la tenebrosa casa, Pip se enamora de la protegida de Miss Havisham, Estella. Desde entonces, la aspiración de Pip será convertirse en caballero para así ser digno de Estella y ganarse su mano y su corazón…
– ¿Cuándo?: el martes 29
– ¿Dónde?: en los Cines Verdi
– ¿Por qué?: soy de esas personas que sienten que han nacido en una época y el lugar equivocados y me siento más identificada con las situaciones y los personajes de las películas basadas en novelas del siglo XIX que de las actuales. Por eso me encanta ver películas de época inglesas, y si están basadas en novelas de algunos de mis escritores favoritos, como en este caso es Dickens, aún mejor. Sí, aunque me sepa la historia de memoria y la haya visto mil veces.
– Merece la pena porque… es una versión esmerada y muy respetuosa con el original, que ya es mucho decir. “Grandes esperanzas” es una de las novelas más famosas de Charles Dickens, que ha tenido numerosísimas versiones para la televisión (muchas de ellas de la BBC) y el cine, desde su primera versión muda en 1917, más tarde la que llevó a cabo David Lean en 1946, que es considerada la mejor, y la última antes de la que vamos a comentar, fue la fallida adaptación de Alfonso Cuarón en 1999. De modo que cuando se pone ante la enésima versión de la novela de Dickens, tiene que plantearse una cuestión básica: ¿Qué puede ofrecernos de nuevo, de diferente a otras veces? En este caso, prácticamente nada. A pesar de gestarse en una época de regeneración del cine de época, inaugurada con “Orgullo y prejuicio” (Pride and prejudice, 2005), en la que películas recientes como “Jane Eyre” (2011) o “Cumbres borrascosas” (Wuthering Heights, 2011) nos muestran una cara de las novelas del siglo XIX más realista, más cruda, menos sensiblera e idealizada, la “Grandes esperanzas” de Mike Newell, sin abandonar directamente esa la línea, se queda en un terreno mucho más clásico y convencional, y arriesga muy poco. Newell, con una filmografía variadísima que va de comedias como “Cuatro bodas y un funeral” (Four Weddings and a Funeral, 1994) o “Fuera de control” (Pushing Tin, 1999), a grandes superproducciones la muy bien llevada cuarta entrega de la saga de Harry Potter o “Prince of Persia” (2010), nos presenta aquí una cuidada producción, con su minuciosa ambientación (en eso los ingleses son expertos), en la que casi nada parece fuera de lugar. Si acaso, quizás los flashbacks explicativos resultan algo innecesarios, pero poco más.
Por su parte, el escritor (“One day”) y guionista David Nicholls lleva a cabo un exhaustivo trabajo para recoger la complejidad de la novela de Dickens en la película, y aunque en general el resultado es bastante bueno, en ocasiones parece que la cantidad de acontecimientos y personajes se les escapan de las manos y los tiene que ir soltando a trompicones, sobre todo hacia el final. Aún así, la película tiene un ritmo bastante compensado. Por otro lado, la historia de amor queda en un plano secundario, aunque siempre flote en el aire, para centrarse más en la catarsis de un joven bueno pero movido por la ambición que pierde todo lo que quería y también a sí mismo en el camino. El mayor problema es que la historia en general resulta fría. Decíamos antes que el género de época estaba sufriendo una trasformación, pero el verismo no está reñido con el romanticismo y la pasión, y en este caso es lo que falta, no hay apenas ningún momento en el que nos emocionemos o sintamos lo más mínimo.
El reparto está compuesto por un buen número de más o menos conocidos intérpretes ingleses, con resultados satisfactorios, aunque a la cabeza de cartel nos encontremos a una Helena Bonham-Carter a la que ya aburre soberanamente ver interpretando siempre el mismo papel. En esta película lleva a cabo una especie de mezcla de todos los papeles que ha representado en los últimos años, sobre todo el de Mrs. Lovett en “Sweeney Todd” (2007), en la que incluso SPOILER tiene un final parecido FIN DEL SPOILER. Creo que esta era su oportunidad de hacer algo diferente, más al estilo de “El discurso del rey” (The King’s Speech -2010-, donde mejor ha estado en mucho tiempo), que además era lo que pegaba, y la ha dejado pasar. El otro gran nombre de la película es un gran Ralph Fiennes que se adapta perfectamente a su personaje sin exageraciones extremas. En cuando a los protagonistas jóvenes, quizás Jeremy Irvine no sea el actor más carismático del mundo, pero sabe cargar con todo el peso de la historia, lleva muy bien su complejo personaje y muestra sentimiento cuando debe hacerlo. Ha crecido (en todos los sentidos) desde “War Horse” (2011), donde, por cierto, ya demostraba aptitudes salvando más que correctamente su simple personaje. Holliday Grainger, experta en papeles de época (la hemos visto en la misma “Jane Eyre”, “Bel Ami” -2012- o “Anna Karenina” -2012-) le da a su Estella la frialdad necesaria y la falta de empatía necesarias, aunque a su personaje no se le da tiempo para que se luzca demasiado. De entre los secundarios, destacan los siempre muy buenos Robbie Coltrane y Jason Flemyng, y muy especialmente, para mí el gran descubrimiento de la película es Olly Alexander en el papel del amigo de Pip, estupendo y muy natural.
– El momento: [puede ser SPOILER, sin es que hay alguien que no sepa la historia aún] La escena en la que Pip va a casa de Miss Havisham a declararle su amor a Estella tras enterarse de que se ha comprometido, la más pasional y romántico de un conjunto en general demasiado tibio, con unas grandes actuaciones de los jóvenes intérpretes.
– La frase: You must know that I have no heart […] Oh! I have a heart to be stabbed in or shot in, I have no doubt, and of course, if it ceased to beat I should cease to be. But you know what I mean. I have no softness there, no – sympathy – sentiment – nonsense.
– Conclusión: no parece justo para una película respetuosa, cuidada y bien hecha como es “Grandes esperanzas” decir que es prescindible, pero es que en el fondo lo es. Hay algo que falla entre tanta perfección, entre tanta contención, y es que, en el fondo, no se trata más que de lo mismo de siempre. No soy muy de pedanterías, pero también hay que tener ciertas pretensiones, y aunque haya versiones demasiado autorales que no terminan de cuajar, como la reciente “Anna Karenina” de Joe Wright, o la misma “Grandes esperanzas” de Cuarón, por lo menos revelan una intención de hacer algo distinto, de no seguir el patrón establecido. Esta nueva versión en cambio ofrece lo esperable, sin sorpresas, de modo que quien la vea puede quedar satisfecho y disfrutarla, pero quien no lo haga, tampoco se habrá perdido nada del otro mundo.