(Antes de empezar, tengo que aclarar que para esta reseña voy romper la estructura que yo misma me establecí seguir en las críticas de este blog -diría que excepcionalmente, pero probablemente pase dos o tres veces más a lo largo de este mes-, ya que no la escribí para aquí, sino como ejercicio de prácticas del Taller de Crítica de la revista Caimán y la ECAM, que llevo dos semanas realizando. Espero que os guste igualmente.)
MIL Y UNA VIDAS
Todos soñamos con vivir otras vidas que nos hagan escapar de los problemas que nos rodean a diario. Unos lo hacen viendo películas, otros escribiendo o viajando… De la cabeza de una chica que busca aislarse del mundo nace un cuento sobre las desventuras de una turista francesa en un país extranjero que desdobla su identidad en tres manifestaciones diferentes de la personalidad femenina. En otro país es la primera película que llega a las pantallas de nuestro país del prestigioso director coreano Hong Sang-soo, un habitual en los festivales de todo el mundo (mismamente, ésta se pudo ver el año pasado en Cannes).
Sang-soo es uno de los directores que ha sabido crear un estilo más personal, aparentemente poco cuidado, con los bruscos zooms y los barridos sustituyendo a los cortes de montaje, pero que encierra en su interior detalles realmente poéticos. El director inicia con En otro país una línea más cómica y alegre de contar sus historias, algo que continuó en su último trabajo, inmediatamente posterior a este, Nobody’s daughter Haewon, presentado en la Sección Oficial del pasado Festival de Berlín, con la que comparte tono y parte de la temática. Pero, como ocurría con su estilo, esta ligereza es de nuevo tan sólo aparente (todo en el cine de Sang-soo es apariencia, de sencillez, de falta de pretensiones, de imperfección). En otro país es quizás su película con una influencia occidental más marcada, especialmente en su woodyalleniana manera de recrear largas escenas dialogadas en torno a las relaciones humanas, en las que se analizan temas como el amor, los celos y la infidelidad. Todo eso regado con una buena dosis de alcohol y de referencias metacinéfilas (es habitual en las películas de Sang-soo que alguno de los personajes sea director de cine, y ésta no es la excepción), pero sin salirse de sus patrones ni perder las peculiaridades propias del ambiente coreano, en el cual muchos occidentales nos sentimos tan perdidos como la protagonista de la película.
Protagonista encarnada, por cierto, por una distinguidísima Isabelle Huppert, que se deja manejar por el director y realiza una parodia de sí misma. De hecho, todas las situaciones tienen un deje de patetismo paródico relacionado con la ingenuidad de los personajes, que todavía se acentúa más cuando aparece en escena el desternillante socorrista al que interpreta Yu Jun-Sang. En otro país es un juego de historias dentro de otras, como unas muñecas rusas donde los sueños, la imaginación y la realidad se confunden constantemente. La misma vida con los mismos elementos que el director modifica y transforma en algo distinto cada vez, para acabar llegando siempre a la misma conclusión… ¿o no? ¿Podemos ser capaces de modificar nuestro destino? La respuesta queda a nuestra elección en esta encantadora fábula que nos trae toda la esencia de un Hong Sang-soo al que por fin podemos empezar a descubrir, aunque sea con doce largometrajes de retraso. Mejor tarde que nunca.
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