La película del día

Críticas de cine y cobertura de festivales

Lobezno inmortal (The Wolverine, 2013)

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Reseña de Miguel Delgado

 

Después de los últimos pasos de Lobezno en la franquicia X-Men,  tampoco es que hubiera motivo para creer que una nueva aventura en solitario fuera una buena idea. La primera entrega que llevaba el nombre del famoso mutante de las garras de adamantium (aunque ha sido el protagonista de todas las películas de la saga, salvo de X-Men: Primera generación) podía pasar por un producto entretenido sin más, si uno es capaz de no tener en cuenta las típicas lagunas del blockbuster hollywoodiense medio, y las patadas a cientos de comics y de personajes de los que hacía gala dicho film. La película es habitual saco de boxeo de fans, por eso este nuevo film se desmarca como secuela, y parte con la idea de ser un film independiente.  No lleva un dos en su nombre, ni la coletilla de “X-Men Origins” que acompañó la anterior entrega. Cronológicamente, nos situamos detrás de la algo infravalorada X-Men: La decisión final, lo que por lo menos a mí me parece interesante, ya que después de esa tercera entrega tan criticada, y que tantas cosas había dejado en el aire, tenía cierto interés en saber qué más pasaba.

Tras un prólogo espectacular en Nagasaki, durante la Segunda Guerra Mundial, vemos como Logan vive como un ermitaño en el bosque y apenas tiene contacto con la civilización. Sin embargo, un teniente japonés que fue salvado por él durante la guerra, reclama su presencia como despedida final ante su inminente muerte. Tras renunciar en un principio termina accediendo a viajar a Tokyo, aunque obviamente, una vez allí, las cosas se complicaran y nada será fácil… La principal novedad del film en este caso sería el escenario. El film se sitúa casi en su totalidad en tierras niponas. Lo mismo podemos decir de su reparto. Y la verdad es que funciona a primera instancia, ayuda a desenmarcarse fácilmente de todo lo visto  con anterioridad, y disfrutar de unos paisajes increíbles.

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Pero también se convierte en un arma de doble filo esta asociación, digamos, con el país oriental. Puesto que este nuevo Lobezno, inspirado en Honor de Frank Miller y Chris Claremont, se iba a encontrar en mitad de peleas con ninjas, samuráis y afiladas katanas, la historia pedía a gritos un toque oriental en lo que a acción se refiera, refinado, basado en movimientos ligeros. No hay nada de eso aquí. James Mangold ofrece un trabajo correcto sin más, pero de lo más impersonal. La acción del film recurre a lo habitual en estos casos: planos rápidos y cámara en mano, que no nos permite valorar del todo los movimientos. El personaje de Yukio podría haber dado muchísimo más juego en ese aspecto, pero su agilidad solo se intuye, más que disfrutarse. Una pena que no hayan sabido darle ese toque especial.

Por lo demás nos encontramos ante un filme de los más competente, en gran parte porque el guión funciona perfectamente hasta su último tramo, donde flojea y pierde el interés considerablemente en un clímax que incluso llega a recordar a la primera Lobezno (por su ambiente de laboratorio más que nada), pero que no desmerece el entretenimiento visto hasta el momento. La película tiene una ventaja importante sobre las tres últimas entregas de la saga: No se empeña en meter millones de mutantes sin ton ni son sin importar si de verdad encajan en la trama. Apenas tenemos constancia de tres de ellos, porque esta es una película sobre el personaje de Logan. En ese caso, punto a favor para desmarcarse como película independiente. También destaca el diseño de casi todos los personajes y sus actores. Hugh Jackman ya es Lobezno, y lo interpretaría con los ojos cerrados, aunque nunca ha ofrecido con el personaje una interpretación tan buena como en La fuente de la vida o Los miserables.  Tao Okamoto da el pego como Mariko, el nuevo interés femenino del filme, aunque si hay un personaje femenino que destaque es el de Yukio. No sé si por la actriz Rila Fukushima, o por el personaje en sí, pero es muy fácil cogerle cariño en cuanto sale en pantalla, e incluso se la echa de menos cuando apenas no aparece en el tramo intermedio. No tan destacables son los villanos, con Svetlana Khodchenkova como Viper, demasiado prototípica, o ese Harada, que ni es bueno, ni malo, ni todo lo contrario.

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En aspectos técnicos, ningún reproche. Grandes efectos visuales, sin abusar de ellos, dan lugar a vibrantes secuencias como la del tren bala, una set-piece basada en una acción sutil, como de truco de magia, más que de choque directo. Una fotografía hermosa, un montaje adecuado… Tal vez podríamos pedirle mayor enjundia a la música de Marco Beltrami, que no lleva un verano muy fino con bandas sonoras muy poco destacables, como la de esta película o la de Guerra Mundial Z. En resumen, un filme entretenido, espectacular, que engancha, a pesar de su impersonalidad y de su último tramo algo más desangelado. Pero es entonces cuando uno recuerda que en su momento estuvo involucrado Darren Aronofsky como director, y no puede evitar babear y maldecir al mismo tiempo imaginando lo que alguien como él podría haber hecho con este material de base. Seguramente hubiéramos visto algo más arriesgado y personal, o tal vez por eso mismamente se apeó de la producción. Para todos aquellos despistados que esperen un poco durante los créditos, se encontraran con una recompensa de lo más agradable.

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Esta entrada fue publicada en 23 julio, 2013 por en Cine americano y etiquetada con , , , , .
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