La película del día

Críticas de cine y cobertura de festivales

11ª Muestra SyFy: 3ª y 4ª jornadas

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Crónica de Miguel Delgado

El sábado y el domingo tuvieron lugar la dos últimas jornadas de la Muestra SyFy, ese repaso en la capital al cine de terror y fantástico. Fueron dos días muy intensos en el que pudieron verse películas de todos los niveles y todos los paladares. El sábado comenzó en una sesión matinal para niños del clásico de Disney La bella y la bestia (1991), esta vez en 3D. A las cuatro ya empezó la maratón oficial con In Fear, film británico protagonizado por Iain De Caestecker, que a algunos les sonará de la serie Agents of S.H.I.E.L.D. Típica película sobre una pareja perseguida por un psicópata que se limita a hacer lo que otros ya han  hecho y mejor. La sensación de vacío dura durante todo el metraje, que se hace largo a pesar de su corta duración. Nada especial ni digno de mención. Almost Human elevó ligeramente el nivel, aunque no demasiado, y si bien es cierto que se ve sin pesadez, esta imitación del cine ochentero que mezcla cualquier slasher simplón con La invasión de los ladrones de cuerpos resulta también anodina. Estética cutre para una historia ramplona que se reserva, sin embargo, un par de grandes momentos para su tramo final, que hicieron las delicias del público de la Muestra. Hubo quien acabó más contento que otros, aunque aún más división provocó la tercera sesión de la tarde. Rigor Mortis, debut del hongkonés Juno Mak es una mezcla de muchísimos elementos esotéricos y paranormales, con una estética visual impactante. El ritmo lento y lo desquiciando de la propuesta en muchos momentos provocó la espantada de mucha gente durante la proyección, aunque si se adentra en sus imágenes esta historia de un edificio donde conviven vivos y muertos, excazadores de vampiros y cocineros, y monjes karatekas resulta mucho más estimulante que las anteriores dos películas, con unos ramalazos al manga y al anime que se aprecian a pesar de ese tramo final exageradísimo a todos los niveles.

Coherence

El penúltimo día fue a más en cuanto a calidad de las películas, rematando con otra de las propuestas fuertes del evento con Coherence, cinta que ya colmó las expectativas de la gente en Sitges del año pasado, donde se llevo el premio del guión con todo el merecimiento. Lo primero es decir que lo mejor sobre esta película es no saber nada sobre ella, así que si aún no la habéis visto os recomiendo que os saltéis este párrafo rápidamente y sin echarle un vistazo. Otro debut, esta vez del estadounidense James Ward Byrkit, que con muy pocos recursos consigue crear una película con un estupendo concepto, y un desarrollo al mismo nivel. Con siete actores, una casa y alrededores inmediatos y dos o tres coches, Coherence es una magnífica película de ciencia-ficción dura, que habla de la física cuántica y los universos paralelos. Todo sigue según el ingenioso guión haciendo que el espectador tenga que exprimirse el cerebro para saber a qué casa pertenecen los personajes. Aunque se sigue con relativa facilidad, no como Primer (2004) de Shane Carruth, es comprensible aunque para su completa interpretación necesite más de un visionado. Hay quien ha criticado la poca empatía que provocan este grupo de amigos, aunque a mí no me causó rechazo y lo único criticable que le puedo encontrar es ciertos momentos dramáticos entre ellos que roza lo “culebronesco”. No tiene un estilo visual destacable aunque tampoco lo necesita. Lo mejor de toda la muestra junto con Snowpiercer, algo previsible desde antes de que empezaran estos cuatro días.

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El sábado acabó con Piranha 3DD, que al parecer hizo las delicias de los fans del género, pero que no pude ver. El domingo empezó con el episodio especial del Doctor Who, pero como no soy un seguidor de las aventuras de esta longeva serie entré directamente a las sesiones del Phenomena, ese nostálgico evento en el que asistir a míticas películas de todas las épocas, disfrutándolas como niños. Este año la sesión doble la formaron las magníficas La mosca (1986) y Depredador (1987). La primera una asquerosidad terrorífica y la segunda un producto de acción lleno de testosterona, pero sin duda dos ejercicios fílmicos míticos y maravillosos. Después vino la única propuesta española del festival, Faraday. Hay que reconocer que consigue arrancar unas cuantas risas con sus coñas y algunos dardos envenenados, con un humor pretendidamente idiota. ¿Cuál es el problema? Que como película es nefasta a todos los niveles, tiene el mismo valor fílmico que un meme de internet, y por si esto fuera poco, también tiene mucho de moderneo cutre en esa retahíla de blogueros y demás personajes que yo personalmente  desconozco, y a quienes aparentemente critica para luego ser exactamente lo mismo. Para colmo se hace larga, por lo que se puede afirmar que esta fue la peor película del festival, aunque no sé si la menos disfrutable.

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Cerraba la muestra la nueva versión de La bella y la bestia, una cinta francesa del director Christophe Gans, conocido por El pacto de los lobos (2001) y Silent Hill (2006). Basándose más en el cuento clásico que en la cinta de animación, resulta impresionante en su diseño de producción, pero con serios problemas en su guión. Deslumbran los escenarios y vestidos, y esa imaginación con la que Gans y su equipo planifican algunas secuencias, aunque algunos efectos digitales canten un poco, uno en especial y muy sangrante del que ahora hablaremos. Cautiva la música de Pierre Adenot, lo mejor de la toda la cinta. Entra por los sentidos de manera agradable, pero el error es que Gans parece apostar todo al estilo visual, dejando que la historia avance sola y entre a los espectadores por sí sola, algo que no se logra. El fallo principal de la película es todo lo relacionado con la Bestia, el peor y más cantoso CGI de toda la cinta y un personaje que carece de presentación y del más mínimo desarrollo, lo que crea un gran problema a la cinta. El romance está completamente injustificado y se produce de golpe, porque sí. Los simpáticos animalillos son completamente prescindibles y los secundarios (esa insoportable familia de Bella) no ayudan a mejorar las cosas. Por no hablar que meter flashbacks en los sueños de ella, en los que vemos a Vincent Cassel en su forma humana, quitan sentido a ese amor despegado del atractivo físico que se supone es lo que salva al príncipe. Los actores cumplen en esta potente versión a nivel visual, pero narrativamente fallida a demasiados niveles.

Mencionar de manera breve los cortos que pude ver estos dos días: El juego del inconsciente, una obra muy original a nivel de realización, mezclando con inventiva animación e imagen real, con un argumento simple pero divertido, y Blink, una basura que consiste en 19 minutos de incomprensibles tonterías. Todo con muchas ínfulas y pretenciosidad, con unos intertítulos que intentan ser profundos y revolucionarios, pero que son propios de la filosofía de cualquier niña de 15 años que se cree rebelde. Que se subvencionen cosas así (seguramente este corto sea más caro que Faraday) duele bastante. Un gasto de trabajo y dinero hacerlo, y de tiempo para todos los que lo vimos, o mejor dicho, sufrimos. Lo peor de toda la Muestra con diferencia, que termina ya hasta dentro de un año, en el que con placer volveremos a encerrarnos durante cuatro días en los Callao para disfrutar de una buena ración de cine fantástico.

Un comentario el “11ª Muestra SyFy: 3ª y 4ª jornadas

  1. Pingback: Coherence (2013) | La película del día

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Esta entrada fue publicada en 11 marzo, 2014 por en Festivales y etiquetada con , , , , , , .
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