Reseña de Miguel Delgado
Los Ángeles es una ciudad que últimamente está de moda en el cine, sobre todo para mostrar una cara más sórdida y desconocida de esta ciudad de la Costa Oeste de Estados Unidos. Todo el mundo recordará la odisea de Ryan Gosling en la alabada Drive (2011), y aún más seminal y oscura era Maniac (2012), cinta que retorcía el encanto angelino hasta unos límites a los que la película de Nicolas Winding Refn no llegaba. De esta manera, y con un intento de mostrar una cara oculta y siniestra del lugar, llega Nightcrawler, película que está consiguiendo un gran reconocimiento, algo excesivo teniendo en cuenta que tiene varios puntos que lastran la producción.
Este es el relato de Louis Bloom, un joven que se gana la vida trapicheando como puede, hasta que ve un negocio que puede ser rentable e interesante: hacerse reportero freelance de los sucesos que ocurren en la noche. Estos no serán precisamente suaves, aunque tampoco es Bloom una persona que pueda considerarse normal… Es este personaje central donde encontramos el punto fuerte de la película. Jake Gyllenhaal lleva un tiempo arriesgándose con papeles alejados a lo que había hecho con anterioridad, y al prototipo de actuación hollywoodiense. Su trabajo en Prisioneros (2013), Enemy (2013) y esta película, parecen haberle llevado a un nivel superior, y eso que siempre ha sido un gran actor. Y no es solo su interpretación, ya que el guión de Dan Gilroy (también debutante director) se reserva para él los mejores diálogos. Los momentos en los que Bloom da rienda suelta a su labia se comen a todos aquellos más puramente de acción.
No se puede decir que la película de los hermanos Gilroy (Dan dirige, escribe y produce, Tony también produce y John se encarga del montaje) no sea divertida. La película siempre consigue mantener el interés con un buen ritmo. El problema es que está historia, que se supone un viaje a una oscuridad existente aunque desconocida, resulta algo obvia y liviana. No cala en ninguno de los aspectos por varios motivos. La dirección de Dan Gilroy no pasa de meramente funcional. Maneja bien el ritmo y el movimiento, pero a la hora de expresar emoción abandona a su reparto, que cumple pero deja algo vacio el resultado final. Tampoco ayuda ciertas decisiones de guión como el destino del ayudante o la redundancia de escenas para mostrar la visión cínica de los medios cuando en tras una muy buen esto había quedado retratado a la perfección. Esto hace que se pierda un poco la durísima visión crítica que hace de los noticieros de tv.
Tampoco ayuda la música de James Newton-Howard, completamente anti climática. Es un grandísimo compositor, pero en Nightcrawler se encuentra perdido completamente, y la película no termina de funcionar cuando su partitura cobra protagonismo. Un compositor más underground y con experiencia en este tipo de cintas habría hecho un trabajo mucho más adecuado. Del resto de elementos técnicos, el montaje resulta bastante fluido y bien ajustado. Robert Elswit cumple en fotografía sin alardes y se queda a mucha distancia de sus mejores trabajos. Y por otro lado, del equipo artístico, aparte de Gyllenhaal brilla Rene Russo, que le aguanta estupendamente el tipo con un papel que bien habría merecido una nominación al Oscar. Riz Ahmed y sobre todo Bill Paxton se muestra más discretos.
Finalmente, Nightcrawler es una película que no termina de jugar sus bazas todo lo bien que podría. Se ven trazos de cinismo marcados sobre todo en el personaje central y en su mirada a los programas televisivos de noticias, y también esa intención de mostrar otra cara más peligrosa de Los Ángeles. Pero tal vez sea el espectador, que ya este curado de espanto, o la película, que no termina de rubricar el viaje con rotundidad, pero no marca como debería. Y es que a fin de cuentas, Bloom tampoco evoluciona demasiado, desde el comienzo se adivina fácilmente a donde puede llegar. Todos estos elementos hacen que la propuesta no termine de inclinarse entre un estilo más independiente y un carácter marcadamente comercial, quedándose en un frio intermedio. Dan Gilroy no muestra malas maneras, pero tal vez en manos de alguien más hábil, estaríamos ante una cinta mucho más rotunda.
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