Reseña de Miguel Delgado
Hollywood no tiene reparos en volver una y otra vez a los mismos referentes que funcionaron en el pasado. Y no importa si estos fracasan, se espera unos años, se empaqueta de manera diferente y se entrega de nuevo al público, con la esperanza de que esto les pueda llevar a ganar grandes cantidades de dinero con las que poder hacer numerosas secuelas. Con Terminator lo han intentado varias veces, incluso uno se atrevería a decir que demasiadas. Tras cumplir de sobra de la mano de su creador James Cameron con dos películas impecables (la segunda es probablemente la cima más alta del cine de acción), se estrenó una tercera entrega (Terminator 3: La rebelión de las maquinas, 2003) bastante insulsa que no convenció, aunque con un final resultón, y al cabo de unos años se intentó revivir la franquicia con Terminator Salvation (2009), planteada como una trilogía que se quedó en nada debido al tremendo varapalo que se llevó esta, otra vez, mediocre película. Obviamente la cosa no iba a quedar así, y ahora vuelve de nuevo, con el extraño subtitulo de Genisys (en España nos hemos quitado de líos y la hemos llamado Génesis directamente). ¿Nos encontramos ante uno de esos extraños casos en los que la industria da un buen producto o es la tercera vez que tropiezan con la misma piedra?
La novedad esta vez venía dada por el propio argumento de la cinta, que funcionaba como pseudo-secuela, reboot y remake, todo junto. Esto parecía a primera vista extraño, aunque había cierta curiosidad por ver cómo se las habían ingeniado con tal batiburrillo. Durante todo el primer acto ya se empiezan a ver algunos de los defectos del filme. Empecemos con lo fácil, con esas escenas de acción durante la presentación que difícilmente podrían estar peor dirigidas. El espectador apenas puede ver nada entre los movimientos de cámara, así que tocará esperar a que termine la secuencia y pasar a la siguiente. Esta será la tónica en la acción de la obra, añadiéndole una preocupante falta de emoción que lleva irremediablemente al aburrimiento. Alan Taylor, un asalariado sin ninguna intención de poner su sello o marca en la película, demostró mucho mejor desempeño en la divertida Thor: El mundo oscuro (2013).
Al igual que en la primera e icónica Terminator (1984), Kyle Reese viaja al pasado para intentar salvar a Sarah Connor. Como la película debe justificarse, esta vez las cosas han cambiado. Pero tampoco demasiado, puesto que probablemente nos encontremos ante la cinta más autorefencial de la saga. Por un lado tenemos todas las escenas que ocurrían ya en Terminator, en las que Taylor se limita a copiar a Cameron plano por plano. Por otro lado los personajes y las situaciones están constantemente haciendo alusiones a frases y hechos de las pasadas entregas. Prácticamente podría montarse esta Génesis con planos de las antiguas películas de Terminator, por desgracia no solo de las buenas. Lo poco que no se podría sacar de la saga, recuerda también demasiado a referentes más que obvios. Le añadimos un poco de El origen del planeta de los simios (2011), otro de las secuelas de Matrix (2003), una pizca (por increíble que parezca) de la terrible adaptación de Resident Evil (2002) y ya tenemos una nueva película.
Los puntos fuertes también pueden ser motivo de debate o controversia. La vuelta de Arnold Schwarzenegger a la saga (en Salvation apenas salía en una escena y no contaron con el austriaco, sino que se reprodujo por ordenador) es lo mejor de toda la película, pero debido a que su papel, injustificado en la trama, está cargado de un humor que en la mayoría de los casos sobrepasa la parodia. El problema es que esto ocurre mientras lo demás se muestra tremendamente serio. ¿Está Arnold riéndose de una obra bastante cercana al despropósito, o es que la película ni siquiera tiene un tono definido? En cualquier caso consigue levantar una sonrisa y eso ya es algo comparado con el resto. El resto del reparto, sin nada que destacar, se desenvuelve bien y eso también se agradece.
Es la nueva moda de hoy en día. Al igual que ocurría con la nueva entrega de la saga de Jurassic Park (Jurassic World, 2015), se aprovecha el corazón del espectador medio freak que creció con estos productos, se llenan las nuevas entregas con miles de referencias a las anteriores y se espera un éxito, pero en el fondo lo que nos entregan son películas vacías, realizadas en masa y entregadas calientes rápidamente al espectador, que por desgracia parece engullir con bastante soltura. Envoltorios más o menos bonitos que no esconden nada dentro. No se puede esperar, ya no innovación, sino la más mínima personalidad; estas son obras de productores. No hay nada de malo en intentar hacer una película con la que conseguir dinero, pero hay distintas maneras de hacerlo y no todas son aceptables.
Y es que nadie ha entendido el mundo de Terminator de Cameron. Las dos primeras cintas eran películas que contenían una serie de elementos dentro del marco de la ciencia-ficción más oscura, incluso rozando al terror (la primera es casi un slasher). Los retazos del futuro siempre se mostraban terribles y desesperanzadores, a la par que sugerentes. Desde que el director de Titanic abandonó su propia saga, se produjo un cambio para convertir las nuevas secuelas en una montaña rusa de acción, en la que cualquier atisbo de evocación o miedo han desaparecido. Ya no hay que hablar de oscurecer las partes pudendas de los actores en las escenas que imitan de la primera entrega, sino de que, por ejemplo, el final de Génesis, con ligeros paralelismos con el de Terminator 2: El juicio final (1991), se muestra mucho más cobarde, con un bochornoso deus ex machina y la sensación imperante de “ya ni se esfuerzan”. Lo mismo ocurre con la presencia del inane personaje de Matt Smith, y con otros muchos ejemplos.
Como no podía ser de otra manera, se dejan aspectos importantes de la trama sin explicar y hay escena postcréditos. Y es que ya se ha avisado que este nuevo comienzo está planeado como una trilogía (imagino que solo para comenzar algo más grande). Salvation también se planteó de la misma manera, aunque los planes quedaron obviamente en el olvido, y ahora con Génesis, tras estrellarse ligeramente en taquilla, podría pasar algo parecido. No me atrevería a decir si nos encontramos ante la peor entrega de la saga, tendría que revisar las anteriores en cualquier caso, pero sin duda nos encontramos ante un producto bastante impersonal, que recurre de manera devastadora a la referencia con una alarmante falta de originalidad. Y lo que es peor, termina haciéndose aburrida. Creo que ya hemos escuchado demasiadas veces aquello de “Volveré”.