La juventud (Youth – La giovinezza, 2015)
Reseña de Miguel Delgado
Aunque ya tuviera bastante bagaje cinematográfico a sus espaldas, hablar hoy en día de Paolo Sorrentino es hablar de La gran belleza (2013), esa obra tan “felliniana” que encandiló a cinéfilos alrededor del mundo. Desde entonces se situó el nombre del italiano como uno de esos cineastas a tener en cuenta, con la gente impaciente de saber cuál sería su siguiente paso. Este ha sido finalmente La juventud, película que se estrena en nuestras pantallas tras exhibirse en Cannes el año pasado, con resultado agridulce: buena consideración pero muy por debajo de su obra magna. ¿Esto quiere decir que sea una película menor, o desdeñable?
Para su nuevo trabajo, Sorrentino ha contado con un reparto angloparlante, como ya hizo en Un lugar donde quedarse (2011), pero sin duda los temas a tratar y el estilo la emparejan en gran parte con su anterior filme: ese punto intermedio entre crítica y admiración a los fenómenos sociales más cuestionables y opulentos (inesperada la representación de Maradona), así como un nostalgia de una época juvenil, que sin duda era lo mejor de La gran belleza a pesar de no estar lo bastante tratado. En este nuevo trabajo el director lo plantea de manera mucho más interesante, con una pareja formada por un compositor retirado interpretado por Michael Caine y un realizador de cine en el ocaso de su carrera con el rostro de Harvey Keitel.
Es sobre todo durante la primera mitad de la película, la que se centra en Caine, la que mejor funciona, consiguiendo un tono nostálgico y emotivo mezclado de manera magistral con un toque de humor de lo más acertado. Es en esta parte cuando el actor británico demuestra por qué fue un más que justo ganador en los Premios del Cine Europeo, con una actuación delicada y emotiva. A su lado empequeñece el resto del reparto y aun así hay momentos espléndidos para Paul Dano y Rachel Weisz, que tiene una escena maravillosa, un plano fijo en el que demuestra lo buena actriz que es. Es genial tenerla de vuelta en obras como ésta o Langosta (2015).
En la segunda parte el protagonismo es de Harvey Keitel, que aunque no tiene un personaje tan carismático como el de Caine, compone un gran trabajo que llega al culmen en la escena que comparte con una fantástica Jane Fonda. Sin embargo es en este fragmento donde Sorrentino empieza a divagar, se vuelve reiterativo en las exposiciones y se pierde por el camino el buen tono humorístico y el ritmo que llevaba la cinta. Aún hay buenos momentos pero parece que el italiano esté todo el rato intentando dar un paso más sin tener muy claro hacia dónde quiere dirigirse. Tampoco ayuda a esto un final alargado de manera innecesaria.
En lo técnico encontramos una agradable sorpresa, y es que Sorrentino, sin perder el nivel estético, se muestra mucho más sobrio y sutil, pero a la vez con una mayor variedad de recursos que en La gran belleza. Destacan esos planos pictóricos de la lustrosa localización, en la que se mezcla una composición clásica con un ambiente más moderno, pero principalmente la dirección se centra en los personajes y en lo que les ocurre, sin lugar a dudas un enfoque acertado. Una hermosa fotografía ayuda a acentuar la buena impresión visual de la cinta.
La juventud tenía elementos de sobra para ser una magnífica película, y de hecho por un momento lo es, incluso superando a las anteriores de su director. Finalmente pierde fuelle y uno se queda con las ganas de lo que podía haber sido si hubiese estado siempre al mismo nivel; pero sin duda es una cinta que como poco trata temas importantes e interesantes, y lo hace con un nivel dramático y cómico equilibrado.
La película del día 
Exelente pelicula gracias