Reseña de Miguel Delgado
Deadpool (Masacre aún a día de hoy en bastantes publicaciones en nuestro país) es uno de los personajes más controvertidos y queridos por los fans del Universo Marvel. Enmarcándose dentro del grupo de mutantes creados por la editorial casa de comics, en los que también se incluyen los X-Men, el particular humor absurdo del personaje, el hecho de que sea el único capaz de romper la cuarta pared y hablar directamente al público, y el carácter violento de la mayoría de sus publicaciones hacen que no tenga comparación con ningún otro. Por eso hubo bastante interés en ver cómo quedaría retratado en X-Men Orígenes: Lobezno (2009), que acabo convertido en indignación al alejar hasta extremos inimaginables la versión de la cinta de su contrapartida en las páginas. Este esperpento fue interpretado por Ryan Reynolds que, sin embargo, eran un fan acérrimo del personaje, y tras decepcionar con esta adaptación (y no es la única decepción comiquera que nos ha dado Reynolds, ahí están Blade Trinity -2004-, Green Lantern -2011- y R.I.P.D. -2013-), ha tratado durante muchos años que Fox diera luz verde a una versión fidedigna y que convenciese a los fans.
Finalmente se puso en marcha la propia película de Deadpool, aunque las esperanzas eran pocas. Por qué para que contentara a los fans debería ser algo nunca visto en el género superheroíco llegado de Hollywood hasta la fecha. Eso sí, la publicidad viral que se creó alrededor de la cinta fue de lo más inspirada, la calificación R que consiguió fue más de que lo que se podía esperar, y por lo tanto los ánimos se vinieron arriba. Finalmente Deadpool llega a nuestras pantallas y, para qué andar con rodeos, es todo lo que cualquier fan del personaje querría ver en pantalla. Una advertencia, no vayáis a verla con niños, pues a pesar de tratarse de una película de superhéroes de Marvel, también nos encontramos con una violencia de lo más festiva, con más sexo del que jamás veremos en todas las cintas juntas de las producidas por Marvel Studios, saltos temporales en la narración y lo que es mejor, la absurdez necesaria, adaptada de manera soberbia al formato audiovisual (atención a los maravillosos créditos iniciales).
Las referencias pueblan el metraje, riéndose de sí misma, de la carrera superheroíca de Reynolds, de la saga de los mutantes de Fox y de en general, todo lo que se le pone por delante. Los detalles cinematográficos no solo no desentonan ni resultan excesivos, sino que son lo mejor, el punto diferenciador y lo más disfrutable de la cinta, que por lo demás, no huye del género en el que se enmarca y a grandes líneas su argumento es simple y bastante típico. Por suerte, de manera sorprendente, los elementos dramáticos están muy bien encajados, cuando hacen su aparición no desentonan, dando la profundidad necesaria; algo que se agradece para añadir aún más enjundia a este alocado pasatiempo, cuya realización resulta eficaz, vibrante y espectacular, lo que no deja de asombrar teniendo en cuenta que su presupuesto es de solo 58 millones de dólares (muy lejos de loa filmes de superhéroes en la actualidad).
La película en general es el espectáculo de Ryan Reynolds, que también figura como productor, y que realiza uno de los mejores papeles de su carrera. Se nota que estaba deseando encarnar esta versión del personaje y que se lo ha pasado de maravilla rodándola. También vale la pena destacar a una Morena Baccarin de la que pocas noticia había desde que se canceló la serie de Joss Whedon Firefly. Eso sí, no convence el trabajo vocal del personaje de Coloso (al que habíamos visto de manera muy secundaria en varias entregas de los X-Men), bastante estereotipada y sobreactuada, lo que desentona aunque su apariencia creada por CGI resulte totalmente convincente.
Alguna pequeña pega más se le podría sacar, como un par de puntos narrativos que resultan vagamente explicados o que la música de Tom Holkenborg resulta muy poco interesante y destacable teniendo en cuenta los grandes trabajos que el holandés nos había entregado el año pasado (Mad Max: Fury Road o Black Mass). Pero pocas quejas puede haber cuando uno se lo pasa tan rematadamente bien en una sala de cine, saliendo con la sensación de haber visto algo fresco y novedoso a pesar de los lugares comunes de la propuesta. Resulta increíble que una “major” de la Meca del cine como Fox haya dado luz verde a una película como está, y eso la redime de algunos de sus más sonoros fracasos (los fans aún tienen escalofríos con sus versiones de Daredevil -2003- o Elektra -2005-). Estaría bien, eso sí, que para la ya confirmada secuela se arriesgaran un poco más con la historia para entregar algo que fuese aún más grande.