Reseña de Miguel Delgado
El tiempo pasa rápido como un relámpago, y parece que fue ayer cuando en el preestreno de la primera Transformers en verano del 2007, pasaron el anuncio de una película cuya producción no había sido anunciada y que mostraba apenas una fiesta, una explosión y la cabeza de la Estatua de la Libertad cayendo. Por no contar, ni siquiera se señalaba el nombre de la cinta, que tras unos meses de inteligente y adictiva publicidad viral se estrenó en enero de 2008. Bajo el nombre de Cloverfield (traducida aquí con el mucho menos atractivo título de Monstruoso), la película dirigida por Matt Reeves y producida por el maestro de producciones misteriosas J.J. Abrams ya era una obra de culto antes de que nadie la viera, así que a pesar de acabar siendo una cinta irregular en su tono, se especuló con una posible secuela casi desde el primer momento debido a su club de fans y al moderado éxito que supuso para su exiguo presupuesto. Tras años de incertidumbre por parte de los responsables (a los que habría que incluir al guionista Drew Goddard), parecía que nunca llegaríamos a ver dicha continuación…
Hasta que en Enero de este año, ocho años después, se anuncia sin previo aviso Calle Cloverfield 10, una película que Abrams había estado produciendo bajo el nombre de Valencia, y que se estrena menos de dos meses después en las pantallas de todo el mundo. De nuevo se apostaba por el misterio ante el producto que tendríamos entre manos y su relación con la anterior película, ya que tanto Abrams como el director Dan Trachtenberg esta no se trataba de una segunda parte al uso, sino más bien de una “hermana espiritual”. Las buenas críticas provenientes desde Estados Unidos promovían el optimismo, y aunque finalmente nos encontremos con un producto de calidad y a tener en cuenta, también resulta terriblemente decepcionante por varios motivos.
Calle Cloverfield 10 resulta, en su mayor parte, una película pequeña, un thriller sugerente reducido a un único y pequeño espacio y centrado en sus protagonistas humanos. Desde que se anunció el proyecto con otro nombre distinto, el argumento estaba claro: una joven despierta en un refugio atómico para encontrarse con un hombre que le dice que fuera está ocurriendo un horrible ataque químico, lo que les impide salir. Durante la primera hora y media, la cinta es fiel a esta premisa y se podía haber rodado con unos pocos miles de dólares, aunque se intuía que su conexión con la primera Cloverfield (película de monstruo gigante) podría encarecer con unos cuantos efectos digitales. El nombre de un productor como Abrams también asegura una factura técnica intachable, destacando sobre todo la banda sonora del televisivo Bear McCreary (The Walking Dead, Agents of S.H.I.E.L.D.)
Así pues, tenemos esta cinta oscura, siniestra, con ese juego intranquilo de no saber qué será verdad o mentira y con unos cuantos giros interesantes a la par que sencillos. Sabe también añadir cierto toques de humor y se beneficia del trabajo de su trío protagonista: una competente Mary Elizabeth Winstead, un divertido John Gallagher Jr. y sobre todo, de un soberbio John Goodman, con una actuación sutil e inquietante que sin duda representa lo mejor y más interesante de todo el proyecto. Y aquí llegamos a la parte final de la cinta, donde nos encontramos con la poderosa decepción. Ocurren varias cosas llegados a este punto, que requieren que entremos de lleno en el terreno de los SPOILERS.
Nuestra protagonista, Michelle, abandona el bunker en el estaban para encontrarse con que lo que hay en el exterior es una invasión alienígena al más puro estilo de La guerra de los mundos (2005) de Steven Spielberg. Tras conseguir con tampoco mucho ingenio derribar una nave alienígena, se marcha del lugar… Para empezar, no ayuda que tengamos la sensación de haber visto esos seres y esa nave incontables ocasiones a lo largo del siglo XXI, sin que tengan nada diferente o destacable. Peor aún es que esto sea contraproducente contra la película, ya que no es un punto de giro con fuerza (ya se sabía que algo pasaba en el exterior y habían especulado con la posibilidad de que fueran extraterrestres), y juega en contra de la idea principal, que los monstruos también pueden ser los propios humanos. La pelea final con la nave espacial resulta anodina una vez resuelto el personaje de Goodman. Una vez visto el resultado final, ¿qué sentido tiene mostrar a los monstruos en la película si estos no van a ser los que ya conocimos en el anterior largometraje? FIN DEL SPOILER
Porque lo más enervante de todo es su nula relación con la cinta de la lleva el nombre. No hay nada en esta película que nos remita a aquella obra found footage de estilo kaiju, salvo que ambas pertenecen a la ciencia ficción. Es cierto que Abrams declaró hace unos días que el monstruo no iba a salir, pero para aquellos que no hayan querido saber nada para ir al cine con la expectativa de sorprenderse lo más posible, se encontraran con esta ligera decepción. Los responsables han comparado ambas películas declarando que podía ser una antología a lo En los límites de la realidad con monstruos, algo que tampoco tiene sentido. Calle Cloverfield 10 se parece tanto a Monstruoso como podría parecerse Super 8 (el revival spielbergiano de Abrams de 2011 también con alienígena de por medio), así que la sensación final es que el usar el nombre que sirve de unión ha sido solo una estrategia comercial para atraer a más gente, independientemente de si es así como ocurrió o no. A uno le vienen a la mente aquellas cutre-secuelas no oficiales italianas en los 70 y 80 de títulos como Alien o Terminator que nada tenían que ver con las originales.
Uno no puede más que lamentarse, ante un thriller que engancha y que está llevado con buena mano y factura, que es mucho mejor película que Monstruoso (la diferencia entre los guiones es abismal), pero que finalmente deja con un sabor amargo en la boca, con un final que no está a la altura por numerosos motivos y que no cumplen las posibles expectativas creadas. Aunque aun así hubiese tenido cosas reprochables, habría funcionado si no se hubiese vendido como algo que no es de manera tan evidente. Tal vez futuros visionados acaben disipando la sensación de desazón con la que uno sale de la sala.
Estoy de acuerdo con lo del final, pero es que era lo que tenían que hacer para justificar el título de la película. Creo que la película hubiese ganado como cinta independiente, sin relacionarla con Monstruoso, pero entonces es posible que ahora mismo no estuviesemos hablando de ella.