Tras recrear el lado más amargo de las relaciones de pareja con Keep the lights on (2012), y mostrar una cara mucho más entrañable y madura en El amor es extraño (2014), Ira Sachs, director habitual del Festival de Sundance, encara en su último trabajo, Verano en Brooklyn, visto recientemente en la sección Perlas del Festival de San Sebastián, un relato iniciático en torno a Jake, un adolescente introvertido que quiere ser pintor, y la amistad que surge entre él y otro chico de su edad de origen hispano, Tony. Acostumbrado a introducir tintes autobiográficos en sus relatos, en esta ocasión Sachs dejará la aparente homosexualidad del protagonista en un segundo plano para dar prioridad a las relaciones humanas en general, y familiares en concreto. Una película muy accesible y adaptada a los parámetros del cine independiente más comercial, aunque menos entrañable de lo que pueda parecer en un principio.
Y es que el realizador, además de desarrollar el vínculo que se establece entre Jake y Tony (Theo Taplitz y Michael Barbieri, auténticos descubrimientos), también centra su atención en los problemas de los adultos que les rodean, a los que intenta al mismo tiempo comprender, justificar y criticar, algo tan contradictorio como puede ser la vida misma. Verano en Brooklyn completa la trilogía de Nueva York de Sachs, en la que la enorme ciudad, que engulle a sus habitantes, aquejados de problemas tanto emocionales como económicos, se convierte en un personaje más. Sin embargo, pese a las obstáculos para salir adelante y a las inabarcables diferencias generacionales, la visión del director aquí es más luminosa, o al menos, abierta a la posibilidad de un futuro si no mejor, diferente.
De este modo, aunque los planos de Sachs quieren reflejar sentimientos como soledad, tristeza o pérdida (los mismos que asolan a sus protagonistas), de una instensidad casi hopperiana, también introduce algunos momentos al aire libre que transmiten la libertad de una etapa de la vida en la que todo está en constante cambio, como ese paseo a patines por el barrio (escena que, por otro lado, se repite innecesariamente). Si lo comparamos con otro filme marca Sundance que también se pudo ver en San Sebastián sobre la relación surgida entre dos jóvenes con dificultades sociales, como es As you are (2016, en este caso en la Sección Oficial) de Miles Joris-Peyrafitte, una cinta impostada y artificiosa como pocas, es de alabar la capacidad de Sachs de no caer en los efectismos y quedarse siempre en el límite de la sutileza.
Pero precisamente esa sencillez, esa falta de pretensiones y de búsqueda de trascendencia bien pueden convertirse en un defecto, haciendo de Verano en Brooklyn una película algo insustancial. Sin duda se trata de un trabajo honesto y sincero, en el que Sachs aborda de fondo sus temas predilectos, como son la madurez a través del aprendizaje del contacto con los otros, pero también la superación tras dejar ir a una persona importante en dicha formación. Sin embargo, en este caso no parece tener claro cómo transmitir esos sentimientos, estableciendo una distancia emocional con el espectador de la que sus anteriores trabajos carecían.