Reseña de Miguel Delgado
En una cinematografía como la surcoreana, con tantos nombres importantes surgidos en los últimos años, resulta difícil que alguno pueda despuntar a día de hoy. Sin embargo Yeon Sang-ho lo ha conseguido, destacando como un gran director de animación adulta con solo dos largometrajes, las estupendas, retorcidas y realistas The King of Pigs (2011) y The Fake (2014). El reconocimiento de esta última película le ha colocado en una posición privilegiada de poder realizar algo más ambicioso y para ello ha decidido poner en imágenes un díptico zombie formado por la cinta de animación Seoul Station (2016), que curiosamente ha recibido críticas bastante mediocres, y Train to Busan, cinta de acción real que sí ha conseguido ser aclamada entre la prensa especializada y el público, rematando su exitosa carrera los premios al mejor directos y mejores efectos especiales en el pasado Festival de Sitges.
Una vez vista, Train to Busan se revela como una película de zombies divertida, con buenos momentos pero que no va más allá, aunque muchos la hayan comparado con The Host (2006) de Bong Joon-ho en su uso del elemento sobrenatural para retratar la sociedad coreana. La cinta de Sang-ho es muchísimo menos minuciosa con el trasfondo de sus personajes, y cualquier intento de crear conflicto entre los personajes humanos vira hacía lo exagerado y absurdo, haciendo que realmente uno no pueda tomarse lo que ve demasiado en serio. La única novedad respecto a las cientos de películas que hemos vistos del género en los últimos años es ese tren en el que transcurre la narración, que de nuevo podríamos compararla a Bong Joon-ho y su Snowpiercer (2013), pero en este caso en pequeña escala y como hemos dicho anteriormente sin aprovechar las alegorías que podrían tener lugar.
Visualmente sí que encontramos algunas set pieces de lo más potentes, como la llegada a la estación en la que se encuentran los militares o aquella en la que los protagonistas deben ir pasando vagones repletos de infectados. Es en estos momentos cuando la película brilla como un entretenimiento impecable, pero en seguida entran de nuevo otros factores como cierto pasajero malvado e invencible de manera surrealista que acaba por resultar prácticamente el lastre más grande de la obra, o ese abuso al final de gente mostrando sus sentimientos de manera exacerbada y lacrimógena.
Resulta también decepcionante la manera de abordar la temática del zombie. El recurso de usar movimientos rápidos de cámara y montaje sumados a un exceso ruidoso en los gritos de estas criaturas crea una sensación molesta, de impacto impostado pero no real. Supuestamente los encargados de dar vida a estos los muertos eran bailarines para que pudiesen ejecutar los extraños movimientos, aunque no hacen realmente nada que no hayamos visto antes. Y para rematar, el poco cuidado nivel de detalle en, por ejemplo, el tiempo de infección, alargándolo hasta el infinito cuando algún personaje principal es mordido solo para crear un efecto dramático, algo que saca al espectador de la narración.
Es Train to Busan una película que vale la pena ver como producto de puro entretenimiento y que ningún fan de los zombies debería perderse, pero dista mucho de ser una gran obra, y sin duda el estupendo recibimiento que ha conseguido se debe a su exótica nacionalidad. Realmente apenas encontramos novedades o una profundidad real, pero si algunos defectos que lastran su prometedora idea inicial. Había bastante más discurso en los anteriores trabajos animados de Sang-ho.
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