El triunfo hace unas semanas de Jupiter’s Moon (2017) de Kornél Mundruczó en Sitges no hace más que confirmar el buen estado en el que se encuentra el cine húngaro, que se ha colocado en primera línea de festivales y galardones. Esto es algo que se pudo ver desde principios de año, cuando en la Berlinale obtuvo el Oso de Oro (y el Premio FIPRESCI) En cuerpo y alma, la primera película de este siglo de la directora Ildikó Enyedi, que no estrenaba un largometraje en cines desde 1999 con Simón el mago, centrándose en este intervalo de casi dos décadas en el cortometraje y la televisión. El regreso de la realizadora supone también su vuelta a ese mundo de fábula en el que enmarca algo en principio muchas veces visto: la (¿imposible?) historia romántica entre dos seres aislados que se revelan contra las convenciones sociales.
El filme comienza con el encuentro en un bosque nevado de unos ciervos, los cuales pertenecen a los sueños de María, una mujer con (aunque no se diga nunca claramente) Síndrome de Asperger, y Endre, un hombre más mayor con un brazo paralizado, y que son una clara representación de ambos y de la libertad (el instinto animal) de la que carecen y les impide dar el paso hacia lo que desean. Los animales, efectivamente, van a tener una importancia fundamental en sus vidas, ya que los dos trabajan en un matadero. La visceralidad y detallismo (que también se trasladará a los cuerpos de los protagonistas) con los que se muestra el trabajo en el mismo denotan un interés entre costumbrista y metafórico, más que crítico, aunque inevitablemente algunas prácticas, expuestas en primer plano (como ocurría, dentro de un contexto totalmente diferente, en Safari (2016) de Ulrich Siedl), pueden herir la sensibilidad del espectador.
En un entorno tan poco propicio, María y Endre descubren, tras un estudio psicológico, que comparten ese plano onírico, y comienzan a conocerse de verdad, debiendo dejar de lado la monotonía en la que se han establecido (y que Enyedi describe de manera muy eficaz a través de una detallista repetición) y forzarse a (aprender a) sentir si quieren que su relación salga adelante. Todo este proceso creará momentos cómicos que buscan generar empatía hacia los personajes, pero que a veces parecen propensos caer en el ridículo. Si no lo hacen es especialmente por el creíble trabajo del reparto, destacando a la actriz Alexandra Borbély, que encarna con convicción a la excéntrica e incapacitada para la convivencia María.
La película se introduce en su tramo final del forma trágica, a través de las notas de What he wrote de Laura Marling, para acabar decantándose por el optimismo de manera coherente. Y es que lo que plantea En cuerpo y alma es la capacidad de hacer realidad incluso los sueños más difíciles, y el poder del amor como solución a los males provocados por el miedo y la soledad. ¿Conclusiones algo ingenuas? Tal vez, pero no deja de ser agradable encontrarnos con un oasis de esperanza dentro del cinismo imperante del mundo actual.
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