Si es que alguna vez se había entendido el cine de Hong Sangsoo como una mera repetición de patrones, la estrenada el año pasado en nuestro país Ahora sí, antes no (2015) dejó en evidencia que su filmografía explora diferentes horizontes cinematográficos a través de temáticas y estructuras similares. La película estaba protagonizada por la actriz Kim Minhee, con la que el director, por entonces casado, inició un idilio amoroso a raíz de este rodaje, que ambos confirmaron como relación oficial tras el estreno de En la playa sola de noche en la pasada Berlinale, donde Minhee ganó el premio a la mejor actriz. Se trata probablemente de su obra más profundamente personal, en la que el amor vuelve a ser protagonista, pero desde un punto de vista más trágico y pasional que en otras ocasiones.
Sangsoo pasó de ser casi inédito en los cines españoles hasta hace poco, a llegar a nuestras salas este año por partida doble (algo lógico en un autor tan prolífico): antes del verano con Lo tuyo y tú (2016, por la que obtuvo el premio al Mejor Director en San Sebastián), y ahora con la que nos ocupa, tras la cual estrenó dos filmes más en el Festival de Cannes. En la playa sola de noche recurre a la marcada estructura episódica a la que el realizador ya nos tiene acostumbrados, como si se tratara incluso de dos cintas distintas pero relacionadas. En la primera parte, Sangsoo da la vuelta la idea de En otro país (2012) de análisis de la personalidad femenina a través de las aventuras de una turista francesa en Corea. Aquí, es una actriz coreana la que se va a Alemania huyendo de un desengaño amoroso, lo que acentúa el carácter europeo de este segmento inicial. El ambiente frío de Hamburgo le sirve al realizador para marcar un poso melancólico constante, a pesar de que en este caso, el sentimiento de pérdida y desconcierto no estará tan acentuado.
En la segunda parte, la actriz vuelve, sin una motivación clara, a su lugar de origen, aunque allí tampoco encontrará lo que busca. Los personajes de Sangsoo deambulan intentando solucionar externamente sus problemas, algo infructuoso porque éstos se encuentran dentro de ellos mismos. Y ni siquiera el alcohol servirá ya como simpático desvelador (aunque sí como catalizador expresivo) de emociones, ya que si en Lo tuyo y tú empezaba a convertirse en motivo de conflicto, aquí directamente pasa a un plano secundario a excepción de algún momento en el que la protagonista increpa la incapacidad de amar de aquellos que la rodean. Y es que no va a faltar aquí esta típica e inevitable escena de bebida y comida con amigos, pero inscrita en la película más seria de Sangsoo como es ésta, queda algo forzada.
En la playa sola de noche avanza de forma algo lánguida, pero el realizador se reserva para el final la que es probablemente su cumbre a la hora de analizar, a través de diversas capas entre la realidad y lo onírico, las relaciones de los hombres y las mujeres, dentro de las cuales, paradójicamente la infidelidad es otro tema recurrente. En la secuencia más metacinematográfica de su carrera, Sangsoo se representa a sí mismo en la figura de un director que habla de la película que está realizando en esos momentos, la cual podría ser perfectamente la que estamos viendo nosotros, para acabar confesando sus propias contradicciones en torno a los sentimientos que tiene por la actriz, a la manera que a ella le hubiese gustado oír. Una conclusión ficticia que, sin que sirva de precedente, es menos esperanzadora de lo que acabó resultando en la vida real.
Pingback: Un sol interior (Un beau soleil intérieur, 2017) | La película del día