Verano de 1983. En Italia, un matrimonio de intelectuales pasa los meses estivales junto a su hijo, Elio, en su casa de campo, que también funcionada como sede de un programa de estudios en la que se alojan alumnos extranjeros. Uno de ellos será Oliver, un atractivo estadounidense que parece más interesado en conocer e integrarse en el ambiente local que en su propia investigación académica. En este contexto bucólico, se empezarán a desarrollar en Elio unos sentimientos inesperados… Call me by your name está basada en la novela homónima de André Aciman, la cual adapta el veterano director James Ivory. Sin embargo, tras la cámara se encuentra adecuadamente la mirada menos académica y más actual del italiano Luca Guadagnino, que ya en su anterior película, Cegados por el sol (2015), había explorado los devaneos y delirios durante el tiempo ocioso de las clases altas; aunque si en aquella el análisis se quedaba en una capa más frívola y superficial, en su último trabajo, trasladándose del sur al mucho más atractivo norte del país, el realizador deja prácticamente de lado su parte más videoclipera para centrarse en captar la delicadeza de la obra original en el que se basa el filme.
Elio es el heredero de la sensibilidad artística de su padre, especialista en escultura griega, y por tanto, no puede evitar sentir fascinación por la belleza clásica de Oliver (un apolíneo Armie Hammer), al cual Guadagnino nos presenta haciendo énfasis en sus movimientos y en los detalles de su cuerpo. «Como desafiándonos a que le deseemos», dice el padre haciendo referencia al erostismo praxitelianos. La armonía creada por la libertad del campo y del verano, acompañada de una banda sonora formada por una ecléctica combinación de temas instrumentales de piano, como los de John Addams o Ryuichi Sakamoto, conocidas canciones de la época, o las originales compuestas para la película por Sufjan Stevens (destacando la nominada al Oscar Mistery of love), sacará a relucir la auténtica naturaleza de los personajes, especialmente el caso de Oliver, embriagado por un ambiente que no conoce y en el que puede ser él mismo.
Pero el cambio principal, como decíamos, lo sufrirá Elio, interpretado por la revelación que es el actor Timothée Chalamet. Como un joven salido de un cuadro caravaggista, Chalamet es capaz de transmitir poderosas emociones que nos conducen a través de su descubrimiento de la sexualidad y de la aceptación de su propia identidad. A esto contribuirá una historia de amor de carácter más convencional, con una finalidad universal en la línea de Weekend (2011) o la reciente Tierra de Dios (2017), aunque los impedimentos que se les presentan a los protagonistas tienen más que ver con la represión de la época y de guardar las apariencias, que por sus propias personalidades, las cuales son las que dan rienda suelta a la relación.
Quizás el esnobismo y la pomposidad de los personajes que retrata Call me by your name podría causar cierto rechazo, pero es casi imposible no dejarse arrastrar por un ejercicio tan sensual y romántico como el que nos ofrece Guadagnino. Una puesta en escena de la pasión tan sutil y contenida que en ocasiones parece que no está ocurriendo (o no va a ocurrir) nada, y ni siquiera cuando ésta aflora y se desata se deja llevar el realizador por el desenfreno. El filme da prioridad a la elegancia a la hora de transmitir esa necesidad de aprovechar lo efimero del amor y de la felicidad antes de que la época estival dé paso a un frío y largo invierno.
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